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Otros galanes habían de aderezarse quizá, el juvenil mostacho ante aquel su espejo, cuando él no fuera sino un hato de podredumbre. La copa de Venecia pasaba de padres a hijos más vividora que las manos soberbias que la alzaban en los festines. ¿Qué pensar? ¿Qué hacer? El mismo se asombraba de las oscilaciones extremas de su ánimo. Volvió a mirar hacia la calle. Una hora pasó.

Por eso nuestros Misioneros pusieron todo esfuerzo desde los principios en exterminar y arrancar este vicio, y juntamente aquellos festines y banquetes; usaron de muchos medios, ya suaves, ya severos, de romper los cántaros, reprenderlos, derramarles la chicha y deshacer sus brutales juntas, cosa que les provocaba á cólera y á venganza á aquellos bárbaros, que se enfurecían y exasperaban tanto, que muchas veces echaron furiosamente mano á las macanas y á las flechas para matarlos.

Pero más que todos esos fastuosos salones, más que todas esas ricas exposiciones de la entusiasta imaginacion de un pueblo brillante y fantástico, más que todos esos fatigosos alardes de lujo y de riqueza, hieren y cautivan nuestra atencion tres salas extensísimas, casi desnudas, silenciosas, solemnes: la sala del trono, con sus doce enormes arañas, destinada primitivamente á las recepciones, á los banquetes y festines, y las dos salas de los Prebostes, de esos magistrados del pueblo, de esos reyes de la ciudad, de esos alcaldes absolutos que eran los amos de Paris, como los padres de la edad media eran los amos de su familia, como los señores feudales eran los amos de su feudo y de su castillo.

Todos los domingos llevaba Catalina a la aldea de Tiefenbach una cesta, que llenaban aquellos buenos aldeanos de patatas cocidas, pedazos de pan y, algunas veces los días de fiesta , de tortas y otros restos de sus festines. Entonces la pobre mujer, casi sin aliento, volvía a la cueva cantando y riendo muy ufana y cogiendo de los cercados lo que a su alcance estaba.

Don Alonso, durante la bienandanza de Antonio Pérez, había ofrecido en su honor festines y cacerías, llegando a obtener de sus labios la espontánea promesa de hacerle otorgar, en la primera ocasión, una silla en el Consejo de Italia.

En los banquetes figuraba también otro negrito, pero de carne y hueso: a los postres de estos festines humanitarios rara vez dejaba Valle de levantarse diciendo en voz alta y solemne: Se me dise, señore, que ahí afuera hay un hombre de coló que desea fraternisá con nosotros. ¿Tenéis inconveniente en que esta víctima de la injustisia sosial entre a saludaros?

Los bailes, los convites y hasta los gustos líricos ó dramáticos buscan recuerdos europeos, y para oir el característico cutang-cutang indio hay que dejar el pueblo. De citar es, sin embargo, los convites chínicos de Daraga en sus días solemnes, por figurar en las mesas de sus festines platos tan originales como los de orejas de ratón, nidos de golondrina, aletas de tiburón y cabezas de culebra.

No solamente es memorable la ALJAFERIA por el nacimiento de SANTA ISABEL, sino tambien por haber estado primitivamente en aquel recinto la Inquisicion, y por otros festines que ó se verificaban en aquel palacio, ó principiaban cuando menos en el mismo.

Eran estos indígenas muy aficionados á la música, la danza, y mas que todo á los festines, donde reinaba el desórden, fomentado por el abuso de las bebidas fermentadas. En tales reuniones la inmoralidad llegaba á tanto, que se brindaban recíprocamente sus mugeres, obligándolas á prestarse ya al uno ya al otro de los concurrentes.

Los albigenses, a quienes convirtió Santo Domingo con ayuda de Simón de Monfort, habían caído en abominable herejía porque se entregaban a los festines, elegancias y malas pasiones. Una picara mujer que sedujo a Martín Lutero tuvo la culpa de que se hiciese protestante media Europa.