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Actualizado: 23 de junio de 2025
Si observa bien, verá que esa arena no carece de vida, puesto que aquí y allá agítanse buen número de rezagados sorprendidos por el reflujo. Algunas playas esconden ciertos pececillos, y en la embocadura de los ríos se agita la anguila debajo produciendo pequeños terremotos. El cangrejo, muy encarnizado en sus festines así como en la lucha, ha querido, si bien un poco tarde, alcanzar el mar.
Allí aprendió Roger lo que el lujo y el buen gusto significaban, sobre todo al comparar aquellos festines con las frugales comidas del convento y la parsimonia de la mesa de Morel.
Mario y Carlota no dejaban de aprovechar los momentos que aquél tenía libres para solazarse, unas veces yendo a paseo, otras al teatro, otras, en fin, comiendo en los restaurants. Era tanto lo que se placía el escultor en estos festines matrimoniales que Carlota consentía en ellos de buen grado, aunque no le gustasen por espíritu de orden y economía.
Si hemos de dar crédito á algunas relaciones, los prisioneros que caian en manos de estos indios eran comidos por ellos en solemnes festines. Dedicados principalmente á la pesca y á la caza, descuidaban la agricultura: su industria consistia únicamente en la construccion de canoas y en la fabricacion de armas; eran muy dados á la bebida y hacian uso de licores fermentados.
Repitiéronse metódicamente aquellos festines conyugales todas las semanas. Esta singular posición les apenaba y alegraba a un mismo tiempo. Sentían dolor cuando pensaban en que vivían separados, como si no estuvieran unidos para siempre por vínculo indisoluble. Pero sus entrevistas tenían por esto mismo sabor dulcísimo, un encanto especial que compensaba todos sus dolores.
El Rey quería celebrar el concertado enlace de su hija la Infanta doña Beatriz con el Duque de Saboya, y anhelaba deslumbrar a los embajadores de aquel potentado, que iba a ser su yerno, con el lujo, la magnificencia y el esplendor de la capital de sus dominios. El tiempo volaba sin sentir en medio de tantos deleites. Hubo brillantes saraos, festines, cacerías y giras campestres variadas y amenas.
El conde Segismundo era arrogante, pero alegre y franco: gustaba de la guerra y de la mesa, y era poco aficionado a los libros y a la soledad, no ocupaba las noches en sombrios desvelos; las suyas estaban consagradas a los festines y a las diversiones. No se le veia ir errante por las montanas o por los bosques, como uen lobo silvestre, no huia de los hombres ni de sus placeres.
Me hallaba hacía media hora, sumergido en una especie de entorpecimiento, cuya somnolencia uniforme me presentaba la ilusión de suntuosos festines y campestres fiestas, cuando el ruido de la puerta que se abría, me despertó sobresaltado. Creí soñar aún, viendo entrar á la señora Vauberger con una gran bandeja sobre la que humeaban dos ó tres odoríferos platos.
Por otra parte, los festines de éstos daban por resultado multiplicar las sobras, que eran la herencia de los primeros.
Desde que existe la civilización, la música es el accesorio obligado de los festines. ¿Á que vas á pedir tziganes? Mira el cuadro de las bodas de Caná. Allí ves músicos que rascan las cuerdas en trajes suntuosos mientras los convidados vacían las ánforas en las que el agua se ha convertido en vino. Aquellos son los tziganes de ese tiempo. ¿Se iban ya entonces con ellos las princesas?
Palabra del Dia
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