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Actualizado: 15 de junio de 2025


Ya el crepúsculo en la noche lentamente se va hundiendo; con más esplendor la luna brilla en el límpido cielo, y en la inmensidad perdidos resplandecen los luceros. Es ya tarde: cuidadosa, sin duda en ferviente rezo, la infeliz Ayela aguarda al hijo que es su consuelo, su solo amor en el mundo, su solo dolor acerbo.

Provino de todo ello un germen de disturbio que hubiera podido terminar en escándalo, si la prudencia de Nuño no le hubiera sofocado al nacer. Juan Moreno Güeto, uno de los cabos de la hueste, favorito de Nuño y aspirante a la mano de su hija Leonor, a quien requería de amores, era asimismo respetuoso y ferviente admirador de D.ª Mencía.

Más largo tiempo hubo de servir á D. Jerónimo Manrique, obispo de Ávila, y después inquisidor general, puesto que en sus últimos años pronuncia su nombre con la gratitud más ferviente: «Cuantas veces me toca al alma sangre Manrique, no puedo dejar de reconocer mis principios y estudios á su heróico nombreMontalván añade que el joven poeta compuso para este prelado diversas églogas, y el drama pastoril Jacinto, y que esta obra dramática es la primera escrita en tres actos; pero el mismo Lope atribuye esta minoración, que había de convertirse en ley, al poeta Virués, y antes de ahora hemos visto que Cervantes se alaba también de este mérito, no grande en verdad.

Porque siento que allá arriba, en el cielo, los ángeles que se hablan dulcemente al oído, no pueden encontrar entre sus radiantes palabras de amor una expresión más ferviente que la de «madre», he ahí por qué, desde hace largo tiempo os llamo con ese nombre querido, a ti que eres para más que una madre y que llenáis el santuario de mi corazón en el que la muerte os ha instalado, al libertar el alma de mi Virginia.

Era el más ferviente admirador de Gallardo, aunque abusaba de las confianzas de la intimidad, permitiéndose advertencias y críticas. De encontrarse él en la piel del maestro, lo hubiese hecho mejor en ciertos momentos. Los amigos de Gallardo hallaban motivos de risa en las ambiciones fracasadas del mozo de estoques, pero él no prestaba atención a las burlas. ¿Renunciar a los toros?... Jamás.

Como yo soy ferviente admirador de Rafaela, no se ha de extrañar que vea y note cierta bondad ingénita hasta en aquella parte de su alma que la induce e impulsa hacia lo malo. Si ella peca, según se murmura, a pesar del honesto recato con que lo encubre, su pecado, en mi sentir, nace de ciertas virtudes originales, que no cómo demonios se tuercen y se ladean.

La hija del médico, única persona que podía penetrar hasta allí sin permiso de nadie, había entrado, sin que doña Luz, embebecida en sus devociones, notase su presencia. Doña Manolita contempló, pues, a todo su sabor el ferviente rezo de su amiga y la efusión de suspiros y de lágrimas con que hubo de terminarle.

Mostrábase orgullosa de que «todo fuese suyo». Estaba satisfecha de su juventud, que ignoraba el adorno de los falsos cabellos, y de su piel sana, que no conocía el arrebol del colorete. Maltrana las saludó a las dos como amigo antiguo. Buenos días, mademoiselle Ernestina. Soy, como siempre, el más ferviente admirador de su hermosa cabellera... Mis respetuosos homenajes, madame Berta.

Miquis lo conocía y le pasaba la miel por los labios, contándole cosas estupendas, algunas de ellas falsas, y describiéndole aquellos apartados mundos donde ella no podía penetrar sino con la fantasía, mejor aún, con su ferviente anhelo. «Hace pocas noches le dijo comí en casa de la duquesa con tu Pez. Parece que se va a nadar a la Habana, porque aquí se queda en seco.

Así las gentes le adoraban y le bendecían, y él paseaba por los campos su conciencia pura, con la santa simplicidad de un apóstol del Bien, convencido y ferviente. Desde que se reconoció hijo sin nombre de una infeliz aldeana, humilló su corazón en una mansedumbre dignificadora, que le confortó y sirvió de alivio a sus íntimas tristezas.

Palabra del Dia

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