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Actualizado: 28 de mayo de 2025


Permaneció algunos minutos inmóvil contemplándola. Sobre la losa estaba escrito con caracteres negros este nombre: ISABEL MARTÍNEZ DE ALCAZAR. Debajo de él estas dos fechas separadas por un guión: 1842-1883, que indicaban sin duda las del nacimiento y la muerte de la persona allí enterrada. Había sobre la losa algunas flores marchitas.

Con el nombre del lungcasan se celebra el cabo de año, en el que no solamente se cena, sino que en la generalidad de los casos también se baila. Después del lungcasan, último recuerdo que consagra el vivo al muerto, no quedan ni fechas, ni memorias, ni conmemoraciones, ni marchitas coronas.

Como mi ánimo es sólo mostrar el nuevo orden de instituciones que suplanta a las que estamos copiando de la Europa, necesito acumular las principales, sin atender a las fechas. La ejecución que llamamos fusilar queda desde luego sustituída por la de degollar.

Refiérome a lo que se veía sobre las paredes, en las estanterías, en los vidrios, innumerables confidencias fáciles de descifrar. Leíanse sobre todo fechas completas día, mes y año.

Estaba más ganoso que nunca de hablar de los tiempos que fueron, de recordar fechas; los recuerdos de lo pasado se le subían al cerebro como una borrachera. Salud, señor Domingo, salud, señores nos dijo mostrándonos todas las arrugas de su rostro devastado, dilatadas por la satisfacción de vivir.

Como observaba el Alud de la Sierra con cierto orgullo local, «un área» tan grande como el Estado de Massachusetts, está a estas fechas bajo el agua. Y en la sierra el tiempo no se presenta mejor. El barro era denso en el camino de la montaña.

Pobre María Rosario! Horas de agonía. Las seis de la tarde del cinco de Agosto. ¡Una pulgada de descenso! Salida de la luna. Esperanzas Fúnebres fechas. El Malespina. Cuatro días sin comer. La voz de ¡orza! fué la salutación que recibió mi despertar el día 4. Parece que orzamos, ¡eh! le dije con tono malicioso al Padre Recoleto, compañero de camarote.

Es persona de buen juicio y de mucha experiencia, pero se trata de su hija, y no le será grato saber que Gabriela y yo somos a estas fechas sabrosísimo plato para los villaverdinos maldicientes. Pensará que yo he dado motivo para esas conversaciones». Andrés vino a cenar conmigo. Don Román pasó con nosotros la velada, y al siguiente día, muy de mañana, salí camino de la hacienda.

Leyó después la de su padre, escrita el jueves, antes de sentirse mal; las de sus hermanas, entre las que recibió una de la «nena» en que le pedía que al regresar de la estancia le llevara «un pichón de paloma pero que sea todo blanco»; las de sus amigos que invariablemente lamentaban su «partida en secreto, como si no quisieras despedirte»; y luego empezó a leer, por orden de fechas, las cartas de su novia.

Los autos voluminosos se cubrían de polvo en la mesa, y don Esteban había de preocuparse de las fechas, para que el abogado no dejase pasar los términos del procedimiento. Su hijo, su Ulises, sería otro hombre. Le veía gran civilista, como su padrino, pero con una actividad positiva heredada del padre. La fortuna entraría por sus puertas como una ola de papel sellado.

Palabra del Dia

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