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Actualizado: 6 de julio de 2025


La puerta de la casa estaba abierta: subía la escalera con paso de fantasma, cuando en el cuarto del conserje, el murmullo de una agitada conversación, que al parecer versaba sobre , pues en ese momento el tirano de la casa pronunciaba mi nombre en tono despreciativo.

Tal era su dolor, que los estremecimientos, subiendo á lo largo de su espalda hasta la cabeza, erizaban sus rapados cabellos, haciéndolos crecer y enroscarse con la contracción de la angustia; hasta convertirse en horrible madeja de serpientes. Entonces ocurrió una cosa horrible. El fantasma, agarrándole de su extraña cabellera, hablaba por fin. Vine... vine decía tirando de él. Ven... ven.

Me sentí espantada hasta el fondo del alma por misma quizá tanto como por ella; me negué con toda la energía que pude encontrar en ; pero ella insistió, y, ante la amenaza que me hizo de revelar a la familia mi correspondencia con Roberto, tuve que consentir de grado o por fuerza. Entonces vinieron días tristes; Marta vagaba, semejante a un fantasma.

La marquesa, alta, delgada, vestida con un manto negro hasta los pies, parecía un fantasma. ¿No me esperaban ustedes, verdad? dijo con voz enronquecida, extraña, que jamás le habían oído . Sin embargo, yo les aguardaba a ustedes desde hace muchos días; les aguardaba con impaciencia. Los vecinos de la calle pueden dar testimonio de ello.

Sintió el pobre viejo una compasión supersticiosa; aquel ser vaporoso que se le aparecía de repente en silencio, pisando como un fantasma, lo quería él en aquel instante con amor de padre que teme por la vida de su hija, y lo temía al mismo tiempo como a cosa del otro mundo.... «¡Qué fácil era asesinar con una palabra a la pobrecita enferma, que acaso no era responsable de su delito!

Le daré interés, el rédito que quiera y un pagaré en toda regla... Traerá la carta de mi administrador para que la vea. Dice que cuente con la renta para el 15. No es mi administrador como el de doña Cándida, un vano fantasma, sino un ser de carne y hueso. Bien se conoce eso en que sus anticipos son siempre al veinte por ciento.

En ese instante, Beatriz, al levantar la frente, vio a su derecha, contra una columna del crucero, el fantasma... ¡la persona misma de Ramiro! El órgano y los bronces seguían resonando. Un vendaval de religiosa alegría doblegaba las cabezas de la multitud arrodillada.

Gener tiene razón, si se entiende la igualdad de cierto modo; pero de ese cierto modo nadie entendió jamás la igualdad, ni ahora ni nunca, por donde el señor Gener crea él mismo un fantasma o estafermo para tener el gusto de derribarle con las lanzadas de su crítica. El Cristianismo, según el Sr.

Más que hombre, parécenos ser fantástico que encarnaba una voluntad de bronce en un cuerpo de acero. Siempre en vigilia, jamás pudieron los suyos saber cuáles eran las horas que consagraba al reposo, y en el momento más inesperado se aparecía como fantasma en los baluartes y en la caserna de sus soldados.

Estos mismos escotillones servían también, á veces, en otras piezas para distintos usos, como sucedía en la comedia de Tirso, titulada Por el sótano y el torno; en El Tejedor de Segovia, de Alarcón, y en El Galán fantasma, de Calderón, en las cuales figuran salidas de subterráneos.

Palabra del Dia

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