United States or Anguilla ? Vote for the TOP Country of the Week !


En suma, Magdalena tan encantadora, tan graciosa, tan amable para todos, cometía en menoscabo de su prima todas esas faltas que un niño mimado suele cometer con cualquier otro niño que le estorba o molesta.

Yo puse cuidado en todo y eché la primera loa en el lugar. Era de una nave, de lo que son todas, que venía destrozada y sin provisión; decía lo de «este es el puerto», llamaba a la gente «senado», pedía perdón de las faltas y silencio, y entréme. Hubo un víctor de rezado, y al fin parecí bien en el teatro.

Tal vez convendría una crítica imparcial sobre ellos aprobando las bellezas que contienen y haciendo notar las faltas que como toda obra humana han de tener, a fin de que los escritores noveles las eviten y no incurran en ellas. Pero tan ardua tarea no es para . En el día más que nunca me siento yo sin fuerzas para tanto, y reconozco, además, que carezco de autoridad suficiente.

La carta interceptada estaba escrita con la peor intención del mundo; la fraguó don Juan, dijo luego a Mariquilla cuál había de ser su contenido, y después ella misma la redactó con espantables faltas de ortografía. Sus párrafos no dejaban lugar a duda.

«Ilustre señor marqués, a quien ya no me atrevo a llamar amigo: Creo cumplir con un deber de conciencia dirigiéndome a usía, para pedirle perdón de las muchas faltas que he cometido en su daño.

El vicio y la grosería habían puesto una costra en mi corazón... llamémosle garlochín... Jacintilla, no me mires así. Esto que te digo es la pura verdad. Si te miento, que me quede muerto ahora mismo. Todas mis faltas las veo claras esta noche.

Pude apreciarla en todo su valor, mi querida amiga; un alma como la suya no está completamente perdida. Usted puede redimirse de sus faltas, si hay falta en ello. CIRILO. Usted puede ganarse la vida en otro oficio más... ¿cómo decirlo...? más catalogado... Es usted inteligente e instruída; le recuerdo sus propias palabras: usted pensaba convertirse en la esposa de un desmovilizado...

Cuando quedo libre de visitas, suspiro como si jamás en este mundo me hubiese sido permitido este desahogo del corazón. Olvido con harta frecuencia que es ésta un época de prueba. ¡Oh! yo debería ver, por la de mi Susana, cuán necesaria es la purificación de las menores faltas para ganar el cielo.

Así que no hay de qué tener escrúpulo de las sobras ni de las faltas, ni el cielo permita que yo engañe a nadie, aunque sea en un pelo de la cabeza. ¡Ea, pues, a la mano de Dios! -dijo Sancho-. Yo consiento en mi mala ventura; digo que yo acepto la penitencia con las condiciones apuntadas.

No, yo no te hago ese disfavor... para que veas. Tengo la seguridad de que arrastrada y todo como eres, loca y sin pizca de juicio, tus faltas nacen del amor y no del interés; y los mismos disparates que haces por un hombre poderoso, que te da grandes cantidades, lo harías si fuera un pobre pelagatos y tuvieras que comprarle a él una cajetilla».