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Actualizado: 12 de junio de 2025


Que si me faltare el pan buscaré un amo aquien seruir en Francia. Q. esta licencia no me la negará el Rey. Y con esto no creo que me faltará alguno q. me reciba por criado, aunq. inútil, q. a fee que si agora le tuuiera, que yo le tomara. Mas le diga V. m. q. diera por su oydo por vn quarto de hora para mi consuelo, vna gran cosa y para algo q. reyr.

Vuecencia me perseguía, me comprometía, me exponía y se exponía a mismo a tener un lance con mi novio. He sido leal y no he ocultado a vuecencia que tengo novio y que le quiero y que por nada y por nadie del mundo le faltaré nunca. Vuecencia ha sabido por mi boca que ese novio mío es su amigo de toda la vida. Si él debe a vuecencia muchos favores, también vuecencia se los debe.

Delante de la puerta, Teresa volvió a hacerme jurar que no pensaba nada malo de ella, y que al día siguiente a las dos en punto de la tarde, me presentaría debajo de sus balcones. Cuidado que no faltes. No faltaré, preciosa. ¿A las dos en punto? A las dos en punto. Llama ahora con un golpe a la puerta. Cogí la aldaba y di un golpe fuerte. Al poco rato se oyeron los pasos del portero.

Señora, ése es mi deber, y puede usted estar segura de que jamás faltaré a él. ¡Bueno, hija mía! permíteme un beso. Beatriz se levantó y le presentó la frente.

Os suplico, bella duquesa la dijo asiéndola una mano y besándosela, como hubiera podido hacerlo un caballero particular que seáis mi amiga. ¿Vuestra majestad desea ver á la reina? dijo toda azorada doña Juana. Deseo más. ¿Y qué más desea vuestra majestad? Deseo... que... que esto se quede entre nosotros. Yo jamás faltaré á lo que debo á mi lealtad, señor.

Hasta mañana. No faltes. No faltaré. Al día siguiente, entre dos y tres de la tarde, dos lanchas atracadas al muelle esperaban á los invitados para transportarlos al buque, que se veía anclado allá en medio del puerto. Era una corbeta de regular tamaño, negra, sólida, bien arbolada.

Delante de la puerta, Teresa volvió á hacerme jurar que no pensaba nada malo de ella, y que al día siguiente á las dos en punto de la tarde, me presentaría debajo de sus balcones. Cuidado que no faltes. No faltaré, preciosa. ¿Á las dos en punto? Á las dos en punto. Llama ahora con un golpe á la puerta. Cogí la aldaba y di un golpe fuerte. Al poco rato se oyeron los pasos del portero.

-Falte lo que faltare -respondió don Quijote-; que no se ha de decir por , ahora ni en ningún tiempo, que lágrimas y ruegos me apartaron de hacer lo que debía a estilo de caballero; y así, te ruego, Sancho, que calles; que Dios, que me ha puesto en corazón de acometer ahora esta tan no vista y tan temerosa aventura, tendrá cuidado de mirar por mi salud y de consolar tu tristeza.

No es posible. No hay remedio. No puedo, insisto temblando. ¿No puedes? Gracias. ¿Gracias? No faltarás si no quieres que riñamos. No faltaré, dije con voz exánime y ánimo decaído, como el zorro que se revuelve inútilmente dentro de la trampa donde se ha dejado coger. Pues hasta mañana; y me dió un torniscón por despedida.

En ésta que se hallará todo lo que se acertare a desear en la más apacible; y si algo bueno en ella faltare, para tengo que fue por culpa del galgo de su autor, antes que por falta del sujeto.

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