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Actualizado: 4 de noviembre de 2025
¡Pero si se llama Matapuerca!... Es una dehesa magnífica en la provincia de Extremadura, de más de tres mil aranzadas, con veintisiete caseríos... En fin, un pequeño reino... Era de los frailes Agustinos, y mi marido lo compró cuando lo de Mendizábal... Currita hizo un gesto de resignación pacientísima, y preguntó: ¿Y qué ha sucedido en el pequeño reino de Mata... esos animalitos?...
Una tarde, el Zapaterín quedó solo en un pueblo de Extremadura. Para mayor asombro del público rústico que aplaudía a los famosos toreros «venidos adrede de Sevilla», los dos muchachos quisieron clavar banderillas a un toro bravucón y viejo.
Atado que hubimos nuestros caballos á los recios troncos de los naranjos susodichos, emprendimos la subida por la rampa, que nos condujo al salón-mirador, estancia verdaderamente deliciosa, más propia de una villa italiana ó de un carmen granadino que de un monasterio oculto en los repliegues y derivaciones de una sierra de Extremadura.
Llore mi musa y verso con ternura La muerte de esta dama generosa, Y llòrela mi tierra Extremadura, Y Castilla la Vieja perdidosa: Y llore Logrosan la hermosura, De aquesta dama bella, tan hermosa Cual entre espinas, rosa y azucena, De honra y de virtudes tambien llena.
Cuando se presentaron dos mozos de cordel trayendo a cuestas una parte de los muebles, el señor Vicente se despidió. Tenía que hacer propaganda aquella tarde. Ahora visitaba a la gente de la carretera de Extremadura: unos pobrecillos sin más medios de existencia que el trabajo en los tejares durante el verano y el robar cardillos y leña de la Casa de Campo.
Poco más de un mes se estuvieron en los términos de Toledo, donde hicieron su Agosto, aunque era por el mes de Septiembre, y desde allí se entraron en Extremadura, por ser tierra rica y caliente.
Estaba allá, en la carretera de Extremadura, con su nodriza, una gran mujer buscada por la abuela. Podía permanecer tranquila... ¡Y él aún no había ido al cerro de los Corvos, ni conocía a la nodriza! Después le preguntó por su enfermedad. Feli hablaba con voz triste; parecía resignada a permanecer siempre allí, sin esperanza de volver al mundo.
Así llegaban hasta la Mancha o Extremadura; y si los azares de la mala suerte les imponían el marchar a pie, buscaban refugio en las viviendas de los campesinos, gente crédula y risueña, que se extrañaba de sus pocos años, de su atrevimiento y su charla embustera, tomándolos por verdaderos lidiadores.
Nació en Logrosan, en el partido de Trujillo en Extremadura, cerca del año de 1535, cuando se fundò por primera vez Buenos Aires, de la que estaba destinado á cantar la reedificacion. Abrazò el estado eclesiástico, y en clase de capellan acompañò la expedicion que, en 1572, saliò del puerto de San Lucar, bajo los auspicios del Adelantado Juan Ortiz de Zárate.
Ahí tiene usted un hombre cuyo padre fue mozo de mulas en la dehesa que mi suegro tenía en Extremadura. No sabía... dijo D. Alonso . Aunque hombre obscuro, yo creí que el Príncipe de la Paz pertenecía a una familia de hidalgos, de escasa fortuna, pero de buenos principios». Así continuó el diálogo, el Sr.
Palabra del Dia
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