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Actualizado: 13 de septiembre de 2025


Aquellos museos no solo evocan la historia de esas dominaciones, sino tambien la de la conquista de «América», de las guerras en Italia y los Paises-Bajos, y de la Inquisicion, cuyos símbolos sombríos se ven en los instrumentos de tortura.

El gabinete de «Rosamunda» lo pintó Veber con asuntos tomados de los cuentos de Perrault: un mundo extravagante y encantador de ogros, de gnomos encapuchados, de paisajes feéricos, donde los árboles tienen formas humanas, evocan las extraordinarias aventuras de «La bella dormida en el bosque» y de «Cendrillon».

Entre los que charlan se cuentan los señores provectos y respetables. Son seis u ocho que constantemente se reúnen en el mismo sitio: un ángulo del salón de la izquierda. Allí pasan revista en una conversación discreta y apacible a las cosas del día, unas veces, y otras evocan recuerdos de la juventud pasada. Aquéllos dice uno de los contertulios , aquéllos eran otros tiempos.

Todos en Europa despertamos á una nueva vida gracias á estos cruzados de la libertad... Los pueblos evocan imágenes en mi pensamiento. Si recuerdo á Grecia, veo las columnatas del Parthenón; Roma señora del mundo es el Coliseo y el Arco de Trajano; la Francia revolucionaria es el Arco de Triunfo. Era algo más, según el ruso.

La colonización inglesa, la holandesa y hasta la misma francesa, bien se estudie bajo el cosmopolitismo comercial de Singapore; bien en las primitivas costumbres del malabar que lleva sus dedos á la frente en señal de acatamiento ante una civilización de que se utiliza, por más que no comprende; bien se aquilate en las colosales obras de la cisterna de Aden; bien en las riquezas de los mercados de Calcuta y Bombay; bien en la transigencia de la pagoda; bien en las sagradas corrientes que baten la druídica peña ó dan vida al muérdago del sacrificio; bien que esa colonización se levante á la sombra del peñasco de Hong-Kong, atalaya que vigila al Celeste Imperio; bien que se extienda por las abrasadas arenas de la Arabia, bíblicos recuerdos que evocan las civilizaciones faraónicas; bien que respete antiguos usos, contemporizando con las grotescas fórmulas del ritual cipayo; bien viva bajo el protectorado yankee en las ondas del Pacífico; bien á la sombra de la tricolor bandera de Saigón; bien que se extienda desde los modestos establecimientos de Macao, á las opulentas factorías de la India y de Java, donde el indígena percibe los efectos del telégrafo y del vapor, sin que jamás llegue al conocimiento científico de las causas que obran bajo el émbolo de la caldera que desarrolla la fuerza ó la confusión de los elementos de la pila que arrancan el rayo; bien que la metrópoli explote, ora el sensualismo malabar, ora el embrutecimiento en que reduce al chino las perniciosas emanaciones del anfión, siempre vemos su razón de ser, su principio vital de conservación, extremo al cual debe llevar la raza dominante todo su estudio, toda su ciencia y todos sus cuidados.

Al lado de árboles bien crecidos, de aspecto soberbio y porte majestuoso, hay grupos cuyas extrañas formas evocan en la imaginación los monstruos del sueño ó de la fábula. Mucho más semejantes unas á otras son las hayas, que también gustan de asociarse y formar bosques, como los castaños.

Mientras beben champaña, los dos capitanes evocan las miserias de su retirada hace unos meses; la lucha con él hambre y el frío; las batallas en la nieve, uno contra diez; el éxodo de las multitudes, personas y animales en pavorosa confusión, al mismo tiempo que á la cola de la columna crepitan incesantemente fusiles y ametralladoras; los pueblos que arden; los heridos y rezagados aullando entre llamas; las mujeres con el vientre abierto, viendo en su agonía una espiral de cuervos que descienden ávidos; la marcha del octogenario rey Pedro, sin más apoyo que una rama nudosa, agarrotado por el reumatismo, y continuando su calvario á través de los blancos desfiladeros, encorvado, silencioso, desafiando al destino como un monarca shakespiriano.

Palabra del Dia

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