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Actualizado: 23 de julio de 2025
Los últimos días que pasamos en el estudio... que se lo cuente á usted Isidora... estuve malísimo; como que nos asustamos, y....» Le entró tan fuerte golpe de tos, que parecía que se ahogaba. Isidora acudió á incorporarle, levantando las almohadas.
Al ver cómo le gustaba la gente cruda, estuve tentando a darle cuenta de mi hazaña; pero me detuve, considerando que podía traslucir el miedo que ahora sentía. Porque demasiado a menudo volvía la cabeza, explorando de un lado y de otro de la calle. Siempre veía aparecer al terrible Juan Ruiz ¡con la horrenda lengua de vaca! También me distraía, a lo mejor, no diciendo cosa con cosa.
Me consta, porque estuve á saberlo, contra la voluntad del interesado, que se hubiera creído en pecado mortal si un sobretodo le obligara á mover un pié ó á despegar un labio.
Me puse colorado, pensando en que había adivinado mi congoja. Fui con ellas, y creo que estuve todo el camino amabilísimo. ¡Qué no se hace por conservar íntegra esta preciosa piel que nos envuelve! PRINCIPIO A SER UN H
»Respondí, pues, lo menos que pude; pero aun así, estuve dura con ella. »Continuó la entrevista un buen rato todavía, hasta que me dijo: » No puedo más, hija mía. El hablar me fatiga mucho, como ves, y las molestias y los dolores se me agravan.
Todo cuanto había hecho en la semana lo contó puntualísimamente; pero ninguna parte de aquella Odisea de travesuras causó tan penoso efecto en el alma de la señorita de Rufete como estas palabras: «Estuve en casa de mi tía Encarnación, ¿sabes?..., y mi tía Encarnación y la tía Palo con ojos comían juntas; y mí tía Encarnación me dijo: «Anda, pillete, anda con tu hermana a que te dé de comer y te vista de señorito, pues bien puede hacerlo». Entonces mi tía Encarnación y la tía Palo con ojos se pusieron a hablar de ti, y mi tía Encarnación dijo que tú tienes un novio marqués que te da mucho dinero».
En cambio, asistí al centenario de Santa Teresa y en su honor publiqué en La Unión Católica una poesía.» »Todo marchaba para mí en dirección al éxito. ¿Cómo me veo otra vez en este pueblo, enfermo, solo, olvidado? »En el verano de 1883 tuve una ligera indisposición; no parecía nada, pero se fue agravando hasta tal punto, que estuve largo tiempo enfermo.
Todos los de mi familia procedemos de «la calle». Cuando yo mandaba el Roger de Launa, una vez que estuve en Argel me detuve a la puerta de la sinagoga, y un viejo, luego de mirarme, dijo: «Tú puedes pasar: tú eres de los nuestros.» Y yo le di la mano y contesté: «Gracias, correligionario.»
La primera noche que estuve en Lucban, fuí presentado en la casa de la capitana babae, ó sea la Reina de las taga-bayan, guapa mestiza china, de labios muy finos, mirada penetrante, conversación amena y sentimientos fríos y calculadores.
¿Qué ha de oír?... ¡Qué medroso te has vuelto! Cuenta, pronto. ¿Dónde la viste? Pues anoche... estuve en el Suizo hasta las diez. Después me fui un rato al Real, y al salir ocurriome pasar por Praga a ver si estaba allí Joaquín Pez, a quien tenía que decir una cosa.
Palabra del Dia
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