Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 31 de mayo de 2025
Llama ese morillo aquí, Y por él me lleve a mí, O estemos juntos los dos. Pero escucha: al repostero Di que mi plata le dé, Que yo la rescataré Cuando tuviere el dinero. Venga el sargento al momento, Donde es también menester, Porque más vale comer Sin plata que sin sargento. PER. ¡Oh, Alejandro! ¡Oh gran Narváez! NARV. Id vos, Peralta, con él. PER. Voy, señor. Vase PERALTA.
Salgamos, que en realidad no tiene maldita gracia que nos estemos aquí hechos unos pasmarotes. Y repara que después que aquellos señores acabaron de cantar, esto está tan solo y obscuro que antes impone miedo que piedad. Larguémonos fuera un ratito, que una cosa es la fe y otra el saludable recreo del cuerpo y del alma.
Por donde se ve que aun en los casos excepcionales, con tal que estemos en sano juicio, siempre ejerce nuestra voluntad una grande influencia sobre los fenómenos puramente internos.
No dudo que este casamiento nos hará dichosos a todos, tanto por las bellas cualidades del marido como por ser vecino nuestro y ser probable que siempre estemos juntos; sus propiedades están repartidas entre la Borgoña y el Lyonesado; es muy posible que esto salga bien.
Hombre, dice que no.... Dice que lo que desean es confederarnos, para que estemos más uniditos que antes... ¿no ve usted que esto se llama la Unión? ¡Sí, sí, corte usted un dedo y péguelo después con saliva!
Sólo llevamos hecho un piso, y estamos seguros de que el día que lo cargen se vendrá abajo, aplastando a todo Cristo. ¡Con tal que no estemos nosotros!... El contratista viene en su automóvil una vez por semana; mira, recomienda que se haga todo por el sistema de «mírame y no me toques», y se va.
¡Dios mío! ¿qué decís? balbuceó el intendente espantado por las palabras de Marta, pero retrocediendo ante la revelación que ella le quería arrancar . Os he prometido confiar ciertos secretos así que estemos casados. ¿Por qué no esperáis ese momento para interrogarme? Porque ese momento no llegará, si no obtengo de vuestra boca toda la verdad.
Recalde, que las miraba desesperadamente, vió una especie de plataforma, que seguia formando una cornisa, a unos tres metros de altura sobre el agua. Nos acercamos a ella. A ver si cuando estemos cerca puedes saltar arriba me dijo Recalde. Era imposible; no había saliente donde agarrarse y el bote se movía. ¿Si echáramos el ancla? me preguntó mi compañero. ¿Para qué?
¿Es decir, que quepo? dijo don Francisco de Quevedo. Donde quiera que estemos nosotros, cabéis vos; pero entrad, que llueve. Desde que llegué á Madrid, que fué el mismo día que llegásteis vos dijo Quevedo entrando , no ha cesado ni un punto de llover; hambre tengo de cielo, y hambre de que no me lluevan desdichas; lastimado ando, y espantado y sin sueño aunque no duermo. ¿A dónde vais?
¿Lo intentaría yo si no lo estuviera, Nieves? Y dígame usted a mí: ¿no se incomodará don Alejandro conmigo cuando sepa que sin su permiso he consentido en hacer eso que tan poco le gusta a él? No, señor, con tal de que estemos de vuelta antes de que él pueda alarmarse con mi tardanza. Eso corre de mi cuenta.
Palabra del Dia
Otros Mirando