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Actualizado: 29 de junio de 2025


Recuerda, para que te cueste menos trabajo creerme, en cuántas cosas he andado yo al revés de las demás. Así fue que cuando por primera vez me vestí de señorita disponible, ya estabas de vuelta buen rato hacía.

Al acercarme no ningún grito de alegría. Todo estaba silencioso, todo estaba como muerto... En el comedor encontré a mamá sola. Tenía las manos juntas y exhalaba profundos suspiros, mientras gruesas lágrimas rodaban hasta su blanca papada. Es el efecto de la emoción pensé al sentarme frente a ella. ¿Dónde estabas, Olga? dijo, enjugándose esta vez tranquilamente los ojos.

Tenía que darle cuenta del empleo de todos los momentos: «¿Qué has hecho después de salir de clase? ¿Con quién estabas hablando en el patio? ¡Cuidado que vuelvas otra vez a subirte al pasamano de la escalera! No andes más con Pepito; no me gusta ese chico. Ya me han dicho que ayer no has sabido la lección. ¿Qué haces el tiempo que estás en la sala de estudio?

Estabas llorando cuando yo llegué continuó, con una curiosidad insistente é inquieta. Ahora la protesta de Alicia tomó la forma de una risa agria, estridente, que nada tenía de natural.

¿Eso es lo que estabas reparando, desaborío? ¿Por qué no lo has soltado antes y me has tenido asustada con esos ojos de alma del otro mundo? No me engañes, Soledad... has tenido un disgusto repitió Uceda mirándola fijamente. Soledad siguió riendo con afectación sin responder. ¡Hace tanto tiempo que estudio en tu semblante!

Pero te obstinabas, no por qué en ser monja: habías dado un paso decisivo, y era necesario dar otro paso contrario, decisivo también; me daba miedo tu resolución... estabas sin duda desesperada... No me contestó tristemente. has amado, Amparo; amas. ¿Es decir que somos hermanos...? ¿que es usted tan generoso que no mira en siempre más que a la pobre Amparo?

Barbarita y la pareja se encontraron. «Ya no alcanzas la del señor cura... ¡Qué horas de ir a misa!». Pero si no me han dejado salir en toda la mañana... Mira, Jacinta, allí tienes a tu marido llama que te llama... Entré y... «Que dónde estabas . Que qué tenías que hacer en la calle tan temprano». Conque bien puedes darte prisa.

En efecto, en el corredor atrapome la señora condesa, la cual después de mostrarse sorprendida y no muy agradablemente con mi presencia, me saludó, obligándome a pasar a la sala. ¿Estabas aquí? preguntó a su hijo.

La culpa es tuya y nada más que tuya, que estabas continuamente insistiendo con la bromita de tu Pérez... ¡Alguna vez iba a divulgarse la noticia, si , la interesada, parecías hacer para ello lo posible!... ¿Querías que Vázquez te guardara eternamente el secreto?... Además, todavía no sabemos si ha sido él... ¡Y debemos presumir que en ningún caso él ha dado la noticia a esos papeluchos, y menos en esa forma asertiva y categórica!

Yo estaba resuelta á ignorarlo todo siguió diciendo . Tenía un consuelo: mi hijo. ¿Qué me importaba lo que hicieses?... Estabas lejos y mi hijo vivía á mi lado... ¡Y ya no lo veré más!... ¡Mi destino es vivir eternamente sola! sabes que no puedo ser madre otra vez; que estoy enferma y no puedes darme otro hijo... Y eres , ¡! quien me ha quitado el único que tenía...

Palabra del Dia

vorsado

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