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Actualizado: 4 de junio de 2025
Ojeda experimentó cierto asombro. ¡Bajar al camarote!... ¡Tan pronto! Empezaba a inspirarle miedo esta lozanía esplendorosa y audaz de insaciables deseos. Pero tuvo buen cuidado de disimular su inquietud por orgullo sexual. «Dentro de media hora repitió ella . Mi dios... ya lo sabes.» Muy bien; no faltaría. Y ella se fue con la satisfacción de que dejaba a sus espaldas un hombre feliz.
Reina gentil de aroma y maravillas A quien un pueblo puesto de rodillas Como a custodia de su fé venera. No de Isabel la sangre esplendorosa Va en tus venas. ¡Pero eres una rosa Que lleva España abierta en su bandera! BANDERA ESPA
Y respira el perfume de la Rosa de su Poesía, la creación entera; la humanidad, estática venera las obras de esa patria esplendorosa; El Rosal de su ilusión florece, el mundo, con su triunfo, se estremece y el horizonte de su amor se ensancha; y vivirá su gloria eternamente, mientras haya ideas en la frente, mientras viva QUIJOTE DE LA MANCHA. Bisayo, de Ilo-Ilo, donde dirige "El Heraldo".
Y las tumbas sonríen en esta Naturaleza esplendorosa, difundiendo, al entreabrirse bajo la acción del calor, un ligero vaho de sebo, un tufillo de estearina líquida. Busca el coronel entre ellas, leyendo los nombres. Aquí, marqués. Señala una losa con una simple inscripción: «Mary Lewis.» Lo mismo que un pájaro, Alteza. Un amanecer la encontraron muertecita en su cama del hospital.
¡Injuria, no! pudorosa dijo Leila, en su bravura aumentando su hermosura hasta hacerla portentosa. ¡Injuria! ¡Dios me maldiga si yo te ofendí, señor; que con espanto y horror su maldicion me persiga! Y demudado el semblante, deslumbradores los ojos, ardientes los labios rojos, alto el seno palpitante, trasportada, poderosa, más y más resplandeciente, alzaba su pura frente de candor esplendorosa.
Después de tres días, como Medrano no llegaba, Ramiro resolvió continuar sin esperarle. Era una mañana esplendorosa de principios de mayo.
Por esto las ilusiones de su vida de miseria esplendorosa giraban siempre en torno del matrimonio, ambicionando todos una novia rica para hacer buena figura en «la carrera». El deseo de no contrariar a su madre, que veía en la diplomacia la única ocupación digna, fue lo que mantuvo a Fernando en su puesto; pero al morir la pobre señora, presentó la renuncia.
¡Mirtácea esplendorosa...! ¡Quién pudiera en tu médula inyectar la esencia misteriosa del alma tormentosa que no ha podido el llanto debelar! Tu estrenua arboladura gallarda y rígida se yergue al pie de sacra sepultura que guarda la armadura de la verdad de mi amorosa fe.
Palabra del Dia
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