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Actualizado: 4 de junio de 2025
Con vergüenza lo confieso: sentí cierta pena de verle sano y salvo; pero diré también en descargo mío que aquella pena fue una sensación momentánea y fugaz como un relámpago, verdadero relámpago negro que obscureció mi alma, o mejor dicho, leve eclipse de la luz de mi conciencia, que no tardó en brillar con esplendorosa claridad.
Déjese convencer siquiera por las grandes cosas que admiran sus ojos, por esa eterna Naturaleza cuyos inviernos son nuncio de primavera y la muerte es siempre en ella el prólogo de una resurrección esplendorosa. »¿No es verdad que, al parecer, bajo esas nieves y esos hielos invernales no puede estar latente la vida para hacer su aparición pujante y vigorosa algo más tarde?
Tal es la historia de la fundación de Yuste. La de su rápido crecimiento, esplendorosa magnificencia y lamentable ruina nos detendrá también muy poco, pues ni ofrece tanto interés dramático como la porfiada lucha que acabamos de reseñar, ni creemos oportuno diferir demasiado la narración de nuestra visita á los venerables restos de aquella santa casa.
Luego te contaré cómo ha sido esto... Creo que no les quedarán ganas de repetir. Quedó pensativo un instante. De todos modos, conviene que nos vayamos pronto de este puerto... Ve á ver á nuestra gente. ¡Que ninguno hable!... Llama á Caragòl. Antes de que saliese Tòni, surgió de la obscuridad la cara esplendorosa del cocinero.
Cumplido este deber de humanidad, volvimos de nuevo al coche con la satisfacción que se experimenta siempre que se lleva a cabo una acción buena, y principiamos a departir alegremente, escuchando yo con más atención que antes los pormenores biográficos en que se anegaba el propietario de Simancas. La luz matinal, esplendorosa ya, y la perspectiva de llegar pronto nos animaban.
Por el ancho hueco de la ventana se veían torres, veletas, campanarios, las masas rojizas y las líneas quebradas de los tejados vecinos, y dominándolo todo, el cielo azul radiante de esplendorosa claridad. Un rayo de sol venía a juguetear sobre los ladrillos del piso haciendo dibujos luminosos. Don Juan pensó llegar a una casa de burgueses ricos y estaba rodeado de pobreza.
Los vecinos de los otros cuartos al subir la escalera y cruzar por delante de su puerta advertían por el montante una viva, esplendorosa iluminación y sentían en la nariz un penetrante aroma de violeta. No necesitaban más para penetrarse de la clara estirpe de la inquilina. Cuando Elena llegó no estaba Marcela y aún se pasó un buen rato sin que apareciese.
Pero era Maltrana, un amigo de confianza, y siguió hablando a la joven Ernestina, la de la hermosa cabellera, a la que rodeaban todas con cierta predilección, cual si fuese una hermana menor, inocente y mimada. Sus gracias decadentes y artificiales parecían avivarse al contacto de esta juventud inconsciente y esplendorosa.
El buen señor, al sentir ciertos desfallecimientos del estómago, incluía generosamente en su necesidad a todos los muchachos. Unas veces era carnero con judías, guisado en la taberna cercana; otras, una cazuela enorme de bacalao con patatas, que a Maltrana le parecía esplendorosa como un astro entre las nubes de periódicos que llenaban la mesa y bajo la fría luz de las bombillas eléctricas.
Oscurecióse de repente el cielo; cubrióse de negras nubes sin que precediese anuncio de tempestad, rompió esta con grandes truenos y relámpagos y granizo, y mientras los hombres ofendian á la naturaleza con la muerte de aquellos dos justos, con tanta crueldad sacrificados, esta demostró hacer por ellos sentimiento enlutándose en medio de su mas esplendorosa gala . Insensible el orgulloso Amir á tan evidente testimonio, jura lleno de furor que raerá de sus vastos dominios la cizaña de la fé cristiana.
Palabra del Dia
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