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Actualizado: 9 de mayo de 2025
Un año hizo una espléndida novena a San Francisco, a la cual acudió toda Vetusta edificada, como decía Bermúdez. Después que Bedoya salía del Casino, pasando sin ser visto de los porteros, que dormían suavemente, no quedaban allí más socios que ocho o diez trasnochadores jurados. Pocos y siempre los mismos.
El que antes era como una ostra había venido a ser algo como un poeta. Vivía dos existencias, la del pan y la de las quimeras. Esta la hacía a veces tan espléndida y tal alta, que cuando caía de ella a la del pan, estaba todo molido y maltrecho. Tenía Maximiliano momentos en que se llegaba a convencer de que era otro, esto siempre de noche y en la soledad vagabunda de sus paseos.
Además allá comían a la francesa, aunque doña Rufina solía cambiar las horas y comer a la que se le antojaba. De todas suertes, los días de Paquito Vegallana no solían celebrarlos con gaudeamus, ni él estaba invitado ni... con todo... dejó aquella visita para última hora. Y ¿por qué había de preferir la mesa de los marqueses a la de Páez, no menos espléndida?
Si su destino era ese, lo aceptaba sin pestañear: él había entrado en la vida por la puerta color de rosa, como convidado que acude a espléndida fiesta, a deleitarse con manjares y músicas y placeres sin cuento, y encontró el salón a obscuras, la mesa del banquete desierta, pan y agua por todo manjar, los demás invitados de blusa en vez de frac, y no escuchó más música que la del arado, de la azada y del martillo... ¡ah! no, ¡muchas gracias! él no había venido para eso, ¿por qué le engañaron? ¿a qué le trajeron? si no existía algún medio de hacer como aquellos pocos, que no visten blusa, y se pasean y divierten, se marchaba. ¿Había uno? ¿y no era necesario sudar ni quebrarse la cabeza? no, mucho pulso y buena suerte.
Pensando en lo que había de decir á mis colegas cuando me viese entre ellos, y en el modo mejor de explicarles la causa del fracaso, crucé la plaza del Rey y entré en la calle de las Infantas. La noche era espléndida y bastante templada. Llevaba abierto el gabán y caminaba lentamente gozando con voluptuosidad de la temperatura, del cigarro y de la seguridad de ver pronto á mi familia.
Baco se resigna á tener su imperio en las tinieblas subterráneas, consolándose con la seguridad de que ese imperio es universal. Puede asegurarse que, después de París, Burdeos es la más hermosa y espléndida capital de Francia, como es tambien una de las mas bellas de Europa.
Pónese una mesa espléndida, á la cual se sienta el extranjero al lado del castellano; junto á ella se coloca un féretro, y pronto aparece una mujer con velo y vestida de negro, á quien sirve el féretro de mesa, bebiendo en el cráneo de un esqueleto, que le presenta un criado, vestido también de negro.
El Tedéum se posterga de un día a otro, y la agitación de la ciudad, el ir y venir, la excitación, la interrupción de todo trabajo dura cuatro, cinco días consecutivos. La Gaceta repite los más mínimos detalles de la espléndida función.
La más extensa de éstas es la de Delicias, que tiene árboles a los dos lados y en el centro, a manera de una espléndida alameda, y atraviesa la ciudad entera, teniendo una extensión de tres millas. Santiago ofrece al viajero mucho de interés. Tiene hermosos parques y plazas.
He comido muy bien. De postre no te pongo más que fruta. Sé que te gusta mucho. Sí, porque esto es la verdad. No se ve aquí mano del hombre... más que para cogerla. ELECTRA. Es la obra de Dios. ¡Hermosa, espléndida, sin ningún artificio!
Palabra del Dia
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