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Actualizado: 9 de mayo de 2025


La noche era espléndida y bastante templada; llevaba abierto el gabán y caminaba lentamente gozando con voluptuosidad de la temperatura, del cigarro y de la seguridad de ver pronto a mi familia. Al pasar por delante de la casa de la niña me detuve y la contemplé un instante casi con indiferencia.

Esa ciudad que miro cercada de viejos muros y torreones ¿será tal vez solo el sepulcro en que dormirá Granada? ¿será quizás solo una sombra de la espléndida corte de los árabes?

Vese distintamente establecida por el puerto y la espléndida calle Canebière la division de la ciudad en dos partes de tipo diferente: la antigua y la moderna.

Desanimado ya por completo, sin conservar esperanza alguna, volvía la espalda al salón, y, por completo abismado en sus reflexiones, nada veía ni escuchaba. No obstante, algunas ruidosas exclamaciones le sacaron de su éxtasis. Acababa de entrar en un palco una señora joven, cuya notable hermosura y espléndida toilette excitaron vivamente la admiración de todo el público.

Estas prodigiosas conquistas de la paciente y despejada muchacha le prestaron desde luego confianza en misma, y pudieron darle mucha honra, ella entendiese que la necesitaba; mas apenas le dieron material provechoso, que era de lo que más necesidad tenía. Pensaba doña Inés que no había mejor ni más espléndida paga que su afecto.

La noche era espléndida; sobre un cielo sereno se extendía el vapor majestuoso de la vía láctea, semejante a una gran veta de ópalo sobre una bóveda de zafiro. La luna, ya en sus últimos días, atravesaba el espacio como una galera antigua; la fresca y tibia brisa del mar llevaba en sus ráfagas unas cuantas nubes blancas. El alma del mundo inundaba el espacio.

Se iban cerrando sus ojos y dejaba caer pesadamente la cabeza sobre su hermano, el cual pretendía reanimarle con tremendos puñetazos en los ijares, dados en sordina por debajo de la mesa. Pimentó sonreía socarronamente ante este triunfo. Ya tenía uno en el suelo. Y discutía la cena con sus admiradores. Debía ser espléndida, sin miedo al gasto: de todos modos, él no había de pagarla.

El santo tabernáculo De la igualdad preciosa Protegerán impávidos Con su égida gloriosa, Guardando el testo bíblico Del inmortal decálogo Que á un mundo redimió. Aéreo coro de ángeles Entonará mil cánticos Como la brisa plácidos; La libertad en tanto, Como vision espléndida, Tendiendo el ala rápida Se elevará hasta Dios.

También fué una triste transformación la que experimentó su hermosa y espléndida cabellera que, ó había sido cortada, ó estaba tan completamente oculta bajo su gorra, que ni siquiera se alcanzaba á ver uno solo de sus rizos.

El gaucho no conoce ni siquiera los elementos de su propio idioma, y sería una impropiedad cuando menos, y una falta de verdad muy censurable, que quien no ha abierto jamás un libro, siga las reglas de arte de Blair, Hermosilla ó la Academia. El gaucho no aprende á cantar. Su único maestro es la espléndida naturaleza que en variados y majestuosos panoramas se extiende delante de sus ojos.

Palabra del Dia

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