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Actualizado: 9 de junio de 2025
Tendréis una espléndida iglesia y un púlpito, señor cura, pero un verdadero y espacioso púlpito. Arrancaron los caballos, y me asomé a la ventanilla para poder ver por más tiempo a mi viejo cura, que me hacía señales de cariñosa despedida, sin pensar en ponerse el sombrero, pues una feliz y dichosa esperanza había nacido en su corazón. Esta visita al cura sólo me hizo un bien pasajero.
Gracias a la nunca desmentida amabilidad del señor Balcarce, nuestro digno Ministro en París, conseguía con frecuencia entradas para la tribuna diplomática, donde, entonces como hoy, era necesario son palabras del doctor Cané «llegar temprano para obtener un buen sitio». La sala de sesiones de la Cámara de Diputados era realmente espléndida.
Señorita Blanca, presento a usted mis más sumisas manifestaciones de respeto y admiración dijo el doctor de las Vueltas, entreabriendo su boca como un pimpollo. ¡Oh, doctor! tantas gracias contestó Blanca. Es usted la reina del baile. Lleva usted mis parabienes, Blanca...¡aaah!...¡está usted espléndida... aaah! decíale el compañero de don Bonifacio, arrullando alrededor de Blanca.
Su inteligencia infantil no podía darse cuenta de que un ser tan hermoso aborreciese a quien no le había hecho ningún daño, y persistió cándidamente en su amor platónico. Mas a la postre no tuvo más remedio que percibir que se le declaraba la guerra, ¡guerra bien injusta por cierto, y bien desigual! Sintió las espinas de aquella rosa espléndida, y quedó confuso y apenado.
Al través de los cristales veíamos a los rezagados parroquianos gesticular delante de las mesas, aunque ninguna palabra llegaba a nuestros oídos. La noche era espléndida, como casi todas las de aquella venturosa región. Estábamos a últimos de octubre. Suárez se quejaba de que estaba un poco fresca.
La primera Nochebuena a bordo la pasé en el Océano Índico, después de una tarde sofocante. De día, el mar estuvo como una llanura inmóvil de cristal fundido por el sol, y la noche fué espléndida, cuajada de estrellas refulgentes. La mayor parte de la tripulación la formaban chinos que no celebraban este día.
En la población de Fiddletown se la consideraba por todo el mundo como una mujer bonita. Su buena figura, realzada por una espléndida mata de cabello castaño se caracterizaba por un hermoso color y cierta gracia lánguida que le prestaban un no sé qué interesante y distinguido. Vestía siempre con gusto y para Fiddletown era la última moda.
Despues de correr un espacio de cuatrocientas ó quinientas varas, extension aproximativa de los campos Elíseos, nos encontramos bajo la bóveda central de aquella apoteosis espléndida de Napoleon, el arco del Triunfo.
Hexe-Baizel no tardó en traer la sopa, y los sitiados hicieron círculo alrededor de la cazuela humeante. Catalina Lefèvre salió del antiguo refugio a las siete de la mañana, cuando aún dormían Luisa y Hexe-Baizel. La claridad del día, la espléndida claridad de las altas regiones, iluminaba ya los abismos.
Mas Currita sólo vio en todo aquello un capricho de niño voluntarioso, y entre caricias y reflexiones, halagos y amenazas, intentó persuadir al niño a que se dejara hacer el retrato: cedió este en la apariencia, y Currita subió con ambos niños de la mano a la espléndida cabaña en que tenía el marqués de Villamelón su taller fotográfico.
Palabra del Dia
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