United States or Azerbaijan ? Vote for the TOP Country of the Week !


Tengo ganas de que seáis cura del Pavol. No se puede quitar a otro su puesto, Reina. El que está actualmente, es muy viejo, señor cura; espío con tierna atención los síntomas de su decrepitud. ¿No os gustaría reemplazarle? , evidentemente. No obstante, sentiría abandonar mi parroquia; treinta años hace que estoy en ella, y he concluido por amarla. ¿Habéis concluido por amarla?

Espió con paciencia algunos días la ocasión; se mostró más afable y condescendiente que nunca, y al cabo, cuando aquélla se le ofreció oportuna, dió fuego á la mecha y disparó el tremendo cañonazo con que esperaba amedrentar al enemigo y alcanzar de nuevo la cumbre del poder. Era día de toros.

Cuando D.ª Teodora volvió la cabeza para ver quién la apretaba tanto y se encontró con Osuna, cambió de color. Aquel maldito jorobado no la dejaba jamás en paz. En la tertulia, en el paseo, en el teatro, en la iglesia, en todas partes donde tuviera ocasión de aproximarse, era sabido que se veía necesitada a sufrir el contacto asqueroso de sus piernas y a veces de sus manos también. Osuna conocía bien el terreno que pisaba. La bella y pudorosa jamona se hubiera caído antes muerta de vergüenza que confesar a alguno los atentados de que era objeto. Pero si no los confesaba, cualquiera podría cerciorarse de ellos, observando el estado de agitación en que se hallaba. En esta ocasión el jorobado anduvo audaz en demasía. D.ª Teodora comenzó a dar muestras tales de inquietud que para cualquiera serían visibles. D. Juan no las vio, sin embargo. Era un varón puro y magnánimo, incapaz de sospechar las grandes suciedades que puede haber sobre la tierra. Pero D. Peregrín, como hombre de mundo, concluyó por advertir algo de lo que pasaba. Espió a Osuna con el rabillo del ojo, y cuando penetró en su espíritu gubernamental el convencimiento de la trasgresión que se estaba cometiendo, comenzó a roncar y silbar por la nariz como un vapor en peligro, lanzando al mismo tiempo centelleantes miradas de indignación al audaz jorobado.

Maltrana, que iba de una mesa a otra para charlar con sus «queridos amigos», aceptando una copa aquí y bebiendo media botella más allá, se fijó en los ojos de Maud. Pero ¡cómo mira esa señora!... ¡Ni que se lo fuese a comer!... Desde una mesa cercana los espió con cierta envidia. Cerca de media noche abandonaron sus asientos.

Es cierto que reconociendo Juanita que era peligroso dejarse acompañar por don Andrés todas las noches, espió con maña el momento en que don Andrés no la aguardaba en el zaguán, y en lo sucesivo logró escaparse siempre a su casa sin ser por don Andrés acompañada.

Si el maquinista quisiera parar antes de llegar a Piedrasblancas dijo la mujer nos ahorrábamos deshacer el camino. Es verdad dijo el marido. Díselo a Felipe. No si cederá. ¿Qué se pierde con pedírselo? El no ya lo tienes en casa. El marido asomó su faz redonda por la ventana, y espió largo rato los movimientos del revisor. Al fin se resolvió a hacer seña de que se acercase.

Hacia la izquierda de la enorme adelfa que extendía como múltiples brazos sus ramas cargadas de flores, estaban las sillas y la mesita de hierro, junto a las que la espió tantas veces, bordando ella, devorándola él con las pupilas dilatadas, mientras el airecillo juguetón levantaba la flotante bata de la niña hasta descubrir su primoroso pié, o desprendía del talle el pañuelo de finísimo estambre.