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Actualizado: 10 de mayo de 2025
Dos lágrimas refrigerantes asomaron a los párpados de la Tribuna, rezumaron al través de las pestañas espesas, humedecieron la escaldada mejilla, y en pos vinieron otras, que se apresuraban desahogando el corazón y aliviando la calentura incipiente.... Al exterior, las ráfagas de la triste brisa de febrero silbaban en los deshojados árboles del camino y se estrellaban en las paredes de la casita.
A pesar de que emprendimos la marcha á las ocho de la mañana, y á esa hora el sol calienta en Filipinas, lo mismo que á las doce, no pasamos gran calor, merced á las espesas tolderías de aquella rica flora. Antes de llegar á la vista de Mauraro hicimos un pequeño descanso en el manantial de Borogborocan. El agua que brota de la misma peña es riquísima.
Soberanamente fastidiado siempre con las espesas brumas, la vida uniforme y el aislamiento geográfico de su opulenta isla, el Inglés es eminentemente cosmopolita, por razon higiénica, por genio y tradicion, y por curiosidad, frecuentemente pueril.
Mientras tanto la noche se aproximaba y las brumas espesas y lluviosas hacían aún mayor la oscuridad. No tenía necesidad, además, de recogimiento y de libertad de espíritu y no quería entrar en la ciudad hasta después de haber acostumbrado mi alma a las agitaciones que la amenazaban.
Tan profunda y sincera había sido su conversión, que a veces se sentía iluminado por lampos de la antigua fe; pero luego lo rodeaban nuevamente las tinieblas más espesas. Y en la alternativa de la duda, encontraba otra vez con mudo y desesperado terror, a su otro yo, al hombre de tiempos pasados que creía haber sepultado ya dentro de sí mismo.
Prefirió un desconocido; acudió a la capilla de las Victorias. Vino un sacerdote viejo, algo encorvado, con cejas canosas, espesas, sobre unos ojos muy pequeños que brillaban inexpresivamente en las órbitas hundidas. Se metió, sin mirarla, en el confesionario, y comenzó a formular preguntas, rápidamente, sin atender casi a las respuestas que recibía.
Saltó el soldado, y dijo: ¡Ah, padre!, más espesas he visto yo las picas sobre mí, y, ¡voto a Cristo!, que hice en el saco de Amberes lo que pude; sí, ¡juro a Dios! El ermitaño le reprehendió que no jurase tanto, a lo cual dijo: -Padre, bien se echa de ver que no es soldado, pues me reprehende mi propio oficio.
D. Miguel Vigil, párroco de Peñascosa, desde el año 25 de este siglo era uno de los hombres de peor genio de España, y no exageramos nada si decimos del globo terráqueo. Contaba a la sazón ochenta y dos años; era alto, seco, las facciones pronunciadas, las cejas espesas y juntas, los ojos pequeños y penetrantes.
En un instante no quedó mujer alguna delante de la casa del capitán. De nuevo saltó el mancebillo de Rivota gritando: «¡Viva Lorío!» Y otra vez le siguió el de Canzana contestando impetuosamente: «¡Viva Entralgo!» Entonces de las filas espesas y amenazadoras de Lorío salió una voz varonil que dijo secamente: «¡Muera!» Fué la señal.
Montones de nubes espesas vendaban la frente de la Peña Mayor y bajaban hasta reposar sobre las colinas más próximas, cubriendo todo el valle de un toldo impenetrable, sin que por ello hubiese temor de lluvia ó tempestad. En estas tardes, frecuentes en los países del Norte, el silencio es más completo, el aire sofocante y abrasa las mejillas.
Palabra del Dia
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