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Actualizado: 10 de mayo de 2025


Para mayor desgracia, hacia las diez de la mañana llegaban a las márgenes de una verdadera selva de plantas trepadoras, tan espesas, tan enredadas las unas con las otras, que no se podía cruzar por ella, sino con muchísimo trabajo. ¿Qué plantas son éstas? preguntó Cornelio a Van-Horn.

Robustos, cargados de espalda, con la cabeza inclinada como signo de perpetua esclavitud y miseria, vélaseles pasar lentamente con su traje de paño burdo, estrecho pañizuelo arrollado a las sienes, y entre éste y el abierto cuello de la camisa el rostro rojizo, agrietado y lustroso, con espesas cejas y ojillos de inocente malicia.

Eran entrambos bien jóvenes, como ya hemos dicho Hans de diez y seis años y Cornelio de veinte ; pero el capitán Van-Stael podía estar seguro de su valor, porque acostumbrados a andar por las espesas selvas de Timor persiguiendo animales salvajes, y a navegar por los peligrosos mares de las Molucas, eran hombres para todo.

Mas debemos manifestar que si algunos esperimentadores han obtenido de este medicamento orinas abundantes, frecuentes y claras, otros han logrado orinas escasas y con tenesmo, y otros unas orinas fétidas y que se vuelven prontamente espesas, gelatinosas y glutinosas. =Dósis.= Lo que dejamos sentado sobre las dósis en el medicamento anterior, es aplicable á las de la coloquíntida. § I. Historia.

Perla, entretanto, se había apartado de su madre y estaba jugando como mejor le parecía en la plaza del mercado, alegrando á aquella sombría multitud con sus movimientos y vivacidad, á manera de un ave de brillantes plumas que ilumina todo un árbol de follaje obscuro, saltando de un lado á otro, medio visible y medio oculta entre la sombra de las espesas hojas.

El sol ocultaba entre nubes pardas y espesas, detrás de la cortina de álamos, el último pedazo de su lumbre que se le había quedado atrás, como un trapillo de púrpura. La sombra y el frío fueron repentinos. Un coro estridente de ranas despidió al sol desde un charco del prado vecino. Parecía un himno de salvajes paganos a las tinieblas que se acercaban por oriente.

Su tez tostada, sus espesas patillas, su adusta y altanera mirada, le daban, al decir de los trabajadores, sombra en la cara: sus modales bruscos y sus pocas palabras alejaron de él todas las simpatías.

Las cejas espesas que le caían sobre los ojos daban a su rostro un aspecto sombrío; las palabras salían penosamente de sus labios, como si el hecho solo de hablar hubiera sido para él una tortura; sin la franqueza y la profundidad de su mirada, sin la sonrisa bonachona que iluminaba a veces como un rayo de sol sus facciones duras y toscamente modeladas, se le habría tomado por un hombre odioso.

Eran el uno muy alto y el otro muy bajo: los dos de espesas patillas grises; poco risueños ambos y nada locuaces.

Era en 1732 Asistente interino don Manuel Torres, y á este buen señor, así como á su inmediato sucesor, don Rodrigo Caballero Illanes, se deben los primeros ensayos de alumbrado, pues ordenaron al vecindario que desde las primeras horas de la noche del invierno de aquel año hasta las doce, los vecinos colocasen en las ventanas de sus casas faroles que disipasen de algún modo las espesas tinieblas.

Palabra del Dia

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