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Actualizado: 2 de junio de 2025


Todo entónces se inundó con aquel mar de luz que brotaba del océano celeste; todos los abismos se aclararon, los lagos reverberaron como espejos, y un grito acorde y unísono de trescientas gargantas saludó la aparicion del amante universal!

La misma mirada de misia Melchora no podría resistirla cuando escudriñara mis verdaderos sentimientos. ¡No, no!; pobreza, oscuridad, fatiga, todo es preferible a este remordimiento, a verse interrogada por tantos varones ilustres que fueron espejos de santidad y cifra y compendio de todas las virtudes caballerescas.

Llovía, yendo acompañada el agua de copos de nieve. Todo era negro: el cielo, las paredes de enfrente, un alero goteante que alcanzaba a ver, el pavimento fangoso de la calle, los techos de los coches brillantes como espejos, las cúpulas movibles de los paraguas. Las once. ¡Si fuese a ver a doña Sol! ¿Por qué no? La noche anterior había desechado este pensamiento con cierta cólera.

Las indias gastan quiapí, lo mismo que los indios, con la diferencia de que no lo atan por la cintura, sino por el pescuezo, que lo apuntan con unos punzones de fierro pequeños, teniendo las cabezas de ellos como espejos de plata ó de hoja de lata, y desde la cintura un tapa-rabo corto, á medio muslo por delante.

19 los collares, y los joyeles, y los brazaletes; 20 las escofietas, y los atavíos de las piernas, los partidores del pelo, los pomitos de olor, y los zarcillos; 21 los anillos, y los joyeles de las narices; 22 las ropas de remuda, los mantoncillos, los velos, y los alfileres; 23 los espejos, los pañizuelos, las gasas, y los tocados.

Y descolgaba de los muros varios espejos, los combinaba, los inclinaba y como no le resultaba el efecto, concluía: Como digo, ni más ni menos que una question de óptica.

Alfonsito tenía pasión por los carros de mudanza. Ver uno de estos en la calle era su mayor delicia. Todo le entusiasmaba, los forzudos caballos, aquel cajón donde iba una casa, los espejos colgados debajo, y por último, aquellos gandules de blusa azul que iban sentados arriba, dormitando al lento vaivén de la máquina.

Entró en casa de Joaquín, y el criado la encerró en un gabinete mientras pasaba recado al señorito. ¡Qué hermosos y finos muebles, qué cómodos divanes, qué lucientes espejos, qué blanda alfombra, qué graciosas figuras de bronce, qué solemnidad la de aquel reloj, sostenido en brazos de una ninfa de semblante severo, y sobre todo, qué magníficas estampas de mujeres bellas!

Era una obra de caridad, así es que el caritativo catedrático se dedicó á ella con toda conciencia repitiendo lentamente la pregunta: El libro dice, que los espejos metálicos están formados por el laton ó por una aleacion de diferentes metales, ¿es cierto ó no es cierto? Lo dice el libro, Padre...

El tapicero protestó en tiempo oportuno; en el salón sentaba mal lo capitoné, según su dogma, pero la Marquesa se reía de estas imposiciones oficiales. En los demás muebles del salón, espejos, consolas, colgaduras, etc., se había pasado de lo que entendiera el mueblista por Regencia a la mezcla más escandalosa, según el capricho y las comodidades de la Marquesa.

Palabra del Dia

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