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Actualizado: 2 de junio de 2025
Pero lo raro es que en aquel salón no había nadie más que yo, que me paseaba en traje de etiqueta, viendo repetirse mi imagen en todos los espejos. El silencio era casi absoluto. Mis pies se hundían en la mullida alfombra sin producir ruido. Al cabo de algún tiempo observé que se abría una puerta y aparecía en ella la torneada figura de la condesa, rica y elegantemente vestida.
Edificios inmensos y sombríos, que son como una ciudad bajo un mismo techo; escaleras de mármol, suntuosas en apariencia; colgaduras, lámparas, espejos, alfombras, camas monumentales; muebles brillantes y todo lo que puede fascinar y excitar la vanidad, he ahí lo que constituye un hotel inglés, servido por criados que parecen miembros de Parlamento.
La misma operacion se reproduce en todos los pisos de cada casa, que presentan interminables hileras de espejos giratorios; y no pocas llevan su curiosidad hasta duplicar el aparato en sus alcobas para tener la imágen completa de lo que pasa en la calle, lo que equivale para su curiosidad á aquello de mascar á dos carrillos.
Don Quijote, que no miraba en estos inconvenientes, a salvamano y sin peligro alguno, encontró al de los Espejos con tanta fuerza, que mal de su grado le hizo venir al suelo por las ancas del caballo, dando tal caída, que, sin mover pie ni mano, dio señales de que estaba muerto.
Pero, no se había apartado don Quijote veinte pasos, cuando se oyó llamar del de los Espejos, y, partiendo los dos el camino, el de los Espejos le dijo: -Advertid, señor caballero, que la condición de nuestra batalla es que el vencido, como otra vez he dicho, ha de quedar a discreción del vencedor.
bajo la luna que nostalgias llueve, bordando en sus azules bastidores el arabesco de su nombre en nieve... Marzo, 1922. En la paz de los viejos parques ducales, junto al lago que irradia verdes reflejos, el alma pensativa de los rosales flota en un azulado temblor de espejos.
Bastaba que Clementina le mirase ceñuda y le dirigiese una seca reprensión para que el loco se sometiese repentinamente. En cambio, no hacía caso alguno de su yerno. Cuando el criado que le cuidaba, viéndole tranquilo iba a recrearse un poco con sus compañeros, el loco acostumbraba a vagar por las habitaciones del palacio mirándose con atención a los espejos.
»Ya estaba armada de punta en blanco: nuevas combinaciones de luces y de espejos para verme a mi gusto por todas partes, y ensayar actitudes, movimientos y sonrisas, y sorprender a hurtadillas la grata impresión de todo ello en las caras de las tres espectadoras.
La sala de descanso, aunque provisional y un tanto estrecha, ofrece una vista imponente. Tiene de longitud toda la anchura del teatro, longitud que aparece triple por el juego de espejos en las extremidades; está alumbrada con profusion y decorada con sencillez y gusto. La presencia repentina de esta gran sala impresiona muy bien.
Para persuadirse de que no hay la errata que sospechó Bonilla basta parar la atención en que a esta calle de espejos que pinta Vélez nadie iba a verse como era, sino a estudiar gestos; uno de ellos, el fruncimiento de labios. Cuanto a ojos, como a todo lo del mundo, cambian las modas, y por esto decía Calderón, en la jorn.
Palabra del Dia
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