Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 3 de mayo de 2025


Sentado ya a la mesa leyendo un periódico, estaba el dueño de la casa, D. Bernardo Rivera, con la frente espantosamente fruncida, no porque estuviese disgustado, sino porque tal era su costumbre siempre que leía algo; guardaba frente a los periódicos y los libros la actitud prevenida y hostil del que no quiere ser juguete de sofismas o frases relumbrantes.

Entonces la risa abandonó para siempre los labios de la joven, púsose pálida, espantosamente pálida, sintió que la abandonaban las fuerzas y, por primera vez en su vida, perdió el conocimiento desmayándose.

Y haciendo un gesto de menosprecio con los labios, añadió: No es como en Francia, donde todas las clases están espantosamente mezcladas. Tiene usted razón, querido amigo aprobó Martholl; esto ha concluido; nunca más nos veremos entre nosotros. Lo que se llama el gran mundo, actualmente, es una aglomeración singular de «rasta cueros» y de advenedizos.

Ultimamente se había consagrado con ardor al estudio de las ciencias naturales, de donde partían los tiros más certeros contra la metafísica idealista a que él había consagrado su vida. Al tropezarse casualmente con un joven tan entendido en ellas como Raimundo, sintió un verdadero placer. Aquella sociedad le aburría espantosamente.

No me causó vacilación aquel flujo de palabras, pero acabé por escucharlas. La afectuosa exasperación de Oliverio actuó como un calmante sobre mis nervios, espantosamente excitados y templó su tensión. Le pedí que me perdonara aquel arranque, efecto de mi estado de aturdimiento, asegurándole que en mis palabras no había ni asomos de desconfianza.

¡Al fin ha venido usted! murmuró, cuando estuvo al lado de María Teresa. Creía que no venía ya, y me aburría espantosamente. ¿Qué? dijo ella con sonrisa incrédula. ¿Usted se aburría tanto? ¿Y el tennis? ¿Me esperaba usted para jugar? No. Pero yo vengo aquí atraído por otra cosa que por el tennis, usted lo sabe bien. ¡Ah, goloso! ¡atraído por el lunch, entonces! Tampoco, querida señorita...

Tal vez necesite usted refrescar el corazón, señorita se aventuró a decir Isidorito con el rostro espantosamente contraído por una sonrisa. No sabía yo que se despachasen también en la botica refrescos para el corazón repuso la joven con gesto desdeñoso, dirigiendo sus palabras a Rosario. ¡Oh! no, señorita; en la botica no.

Sobre el mar sólo estaban él, la barca que se aproximaba y una curva negra que acababa de surgir y que se contraía espantosamente sobre una gran mancha de sangre. El atún había muerto... ¡Valiente cosa le importaba! ¡La vida de su hijo único, de su Antoñico, a cambio de la de aquella bestia! ¡Dios! ¿Era esto manera de ganarse el pan?

Los doce cañones de estribor les vomitaron en la cara una granizada de piastras, con un estruendo espantoso. ¡Hurra! gritaron los piratas. Cuando el espeso humo se hubo disipado y se pudo apreciar el efecto de aquella andanada, no se vio ya a ningún inglés, a ninguno... Todos habían caído al mar o sobre el puente de la corbeta, todos estaban muertos o espantosamente mutilados.

La niña cumplió el encargo, pero al llevársela de nuevo a su padre, cuando éste se la pidió, el líquido se había inflamado y le quemó la cara espantosamente. Se llamó al médico corriendo y la estaba curando en aquel momento. Mario experimentó vivo dolor.

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando