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Actualizado: 1 de junio de 2025


Cuatro mil judíos rindieron las vidas á los filos de las espadas de esta bárbara gente, indigna de llevar el nombre de cristiana. Los que escaparon con pequeñas heridas ó sin ninguna del insolente tumulto de aquella canalla desenfrenada, cristianáronse al punto temerosos de sus iras, i escarmentados con los dos pasados motines.

Hecha cata y cala de los botes, fendientes, estocadas, tajos y mandobles de la revuelta, resultó como casi siempre, ser mayor la salva que el provecho; quiero decir que todo se redujo a no muchos levantes de espadas y a cuatro abolladuras de cabeza.

Agotadas muy pronto las flechas de los arqueros, lucharon desesperadamente con espadas, picas, hachas y mazas, aprovechando todas las ventajas de su posición. Por fortuna, el combate cuerpo á cuerpo impidió á los honderos castellanos continuar su obra de destrucción.

Pero los perseguidores no se detuvieron y también entraron atropelladamente en el templo con las espadas desnudas, y hasta el pie del altar persiguieron al enemigo sin consideraciones ni respetos algunos, diciendo el antiguo manuscrito de efemérides sevillanas, donde se cuenta el suceso, que «el sacerdote se quitó la casulla y echósela encima al caballero; y apesar de esta prevención, sus contrarios le dieron de estocadas, pasando la casulla, y lo mataron.

Se encuentran en tal lugar trastos viejos, pedazos de lanza enmohecidos, trozos de casco y espadas de dos varas de largas en forma de cruz.

Al ver entrar al famoso maestro, los oficiales suspendían un instante su trabajo y los que estaban cubiertos se quitaban respetuosamente la gorra. Allí vio Ramiro, por primera vez, manipular las espadas ígneas, y contempló con heroico deslumbramiento tantos aceros que iban a lanzarse en seguida hacia las más diversas comarcas, frenéticos de sangre y de honra.

Ya se habían distribuído los papeles y preparádose arneses de cartón y espadas de madera para este objeto, cuando el encargado del papel del rey Fernando puso en gran peligro la vida de sus compañeros y la suya propia.

A Diego de Santiago se pagaron en 8 de Agosto 1571, 3000 mrs. por la danza de villanos. En 12 de Junio á Cristóbal Sánchez de Mendoza por la mitad del carro y danza que ha de sacar el día del Corpus xpi. En 15 de Junio 2250 mrs. á Alonso Ramírez, por la mitad de lo que hubo de haber por la danza de las espadas.

El duque, que al abrir se había cubierto con la puerta, cerró murmurando: ¡Que no olvidará la causa por que ha venido! ¡y quien le ha dado la carta de la duquesa de Gandía ha sido mi hija! ¡ese hombre! ¿A dónde tenderá el vuelo don Francisco? Detúvose de repente el duque; había sonado en la calleja ruido de espadas que duró un momento. ¿Qué será? dijo Lerma ; donde va Quevedo van las aventuras.

El tabernero, gran entusiasta de Gallardo y de todos los espadas de fama, lo había decidido así. El chico vale decía . Ya sabe usted, señor Juan, que yo entiendo algo de estas cosas.

Palabra del Dia

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