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Actualizado: 1 de junio de 2025


14 Salid al encuentro llevando aguas al sediento, oh moradores de tierra de Tema, socorred con su pan al que huye. 15 Porque de la presencia de las espadas huyen, de la presencia de la espada desnuda, de la presencia del arco entesado, de la presencia del peso de la batalla. 16 Porque así me ha dicho el SE

Las espadas, los sables, las pistolas todo esto tiene un carácter decorativo y de panoplia, y uno puede mirarlo alegremente; pero, ¿y el botiquín? ¿A quién no le asalta por un instante la idea de la muerte al ver a un médico con su botiquín debajo del brazo? En Francia, los duelistas procuran presentarle al público de vez en cuando un pequeño cadáver.

En los ángulos había algunos hermosos arcabuces; en las paredes, en una especie de espeteras de madera rica y tallada, gran número de espadas y dagas; algunos preciosos pistoletes se veían acá y allá.

Doctor aquel, estotro unico y doto Licenciado, de Apolo ambos sequaces Con raras obras y animo devoto. Las dos contrarias indignadas haces Ya miden las espadas, ya se cierran Duras en su teson y pertinaces. Con los dientes se muerden y se aferran Con las garras, las fieras imitando, Que toda piedad de destierran.

Al ruido de las espadas y al oprobio, cuya consecuencia ha de ser la muerte entre esos nobles españoles de Calderón, crece ese amor celestial de la mujer, que sólo teme la pérdida de su amante, moviendo al fin la misericordia de un Dios compasivo y bondadoso

En este instante se oye ruido de espadas en la calle, y las voces de Don Antonio y Don Félix, que pelean, y á la vez los gritos de socorro de Clara, diciendo: «¡Que matan á mi hermanoLisardo duda, en el instante, á qué lado inclinarse, puesto que á un tiempo lo llaman su amigo y su amada; pero sale al fin corriendo, y exclama: «¡Antes que todo es mi dama

Poco hubiera durado la resistencia sin la estrechez de la puerta y de la escalera, que impedían los movimientos del enemigo, en tanto que cuatro espadas incansables hacían tremendo estrago en aquella apretada masa de hombres mal armados.

El encuentro fué, ciertamente, desgraciado, pues apenas se vieron los rivales, enzarzáronse de palabras, tirando de las espadas, y, con gran cólera, se arremetieron briosamente; mas como quiera que los Esquiveles eran varios, y en auxilio de ellos vinieran algunos criados, vióse el caballero, que estaba solo, obligado á huir, arrojando el acero.

No con tanta presteza el rayo ardiente Pasa rompiendo el ayre en presto vuelo, Ni tanto la cometa reluciente Se muestra ir presurosa por el cielo, Como estos dos por medio de tu gente Pasaron, colorando el duro suelo Con la sangre Romana, que sacaban Sus espadas do quiera que llegaban.

Empezaban los desaires y los desprecios á amargar la vida del emigrado. No hay, sin embargo, constancia de que pusiera á prueba el temple; antes abundan otras de que era, más que de manos, suelto de lengua, teniendo experiencia de cortar la pluma más que las espadas. Ex.^mo S.^r y mio.

Palabra del Dia

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