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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Los habitantes que escaparon de la catástrofe formaron barrio en Tondol, de donde se trasladaron á Quilaponte y Baligan, para ir por último, olvidando antiguos siniestros y no previendo los venideros, á situarse en 1838 en el mismo lugar que ocupó el primitivo pueblo.
La Revolución, que había hecho jurar a los sacerdotes una Constitución sacrílega, y que ciñó la corona de San Fernando a un hijo del carcelero del Papa, parecía lanzada a nuevos y execrables excesos; los gobiernos que se sucedían en Madrid estaban compuestos de enemigos de la Iglesia; de algunos de los ministros se dijo que eran protestantes, y se añadía que en la corte se fraguaba una conspiración para suprimir el sueldo a los párrocos y arrojar de sus conventos a las pobres monjitas que escaparon a la persecución del año 68.
Escaparon, por gran ventura, de aquella matanza algunos pocos, los cuales fueron al punto á dar aviso al P. Caballero, que habiéndose quedado sólo en su Rancho, todo absorto en Dios, rezaba el Oficio Divino; y no sufriendo un neófito verle expuesto al estrago de aquellos bárbaros, lo puso sobre sus espaldas para librar su vida con la fuga.
Escuchaba Ginés todo aquel chaparrón de insultos con cierta resignación, limitándose á contestar alguna vez al marquesito, aconsejándole la calma, cosa que también el criado hacía, lo cual tomó el joven caballero á poquedad y achicamiento de ánimo, por lo que, exaltándose más y más, llegó á levantar su espada con intención de descargarla sobre el prudente Ginés, lo cual ya acabó con la medida de su paciencia, y colmada con creces, se retiró á su domicilio, que no estaba muy lejos del de su señoría; pero al llegar á este punto dejaré la palabra á un historiador, que dice: «El Francisco Ginés entró en su casa y trajo su espada, y embistió con el marqués de Buenavista, y apartándolos los que se hallaron allí, el criado le dió una herida mortal, de la cual murió dentro de dos días ó tres; y los agresores escaparon; y andando el tiempo, dentro de un año se libró el Ginés y el criado se desapareció.»
Pues si de los poquísimos, que escaparon del cuchillo vengador y victorioso, casi toda la multitud pereció de hambre, de enfermedad o de fuego, como dice Dión: y como dice Jerónimo, a los que perdonó el cuchillo, o los vendió la codicia, o los transfirió al Egipto acabando los más, o el naufragio, o el hambre, o la rabia; de donde salen, los que se esparcieron por diferentes Regiones; o con qué fundamento se dice, que como libres, aunque fugitivos, llegaron muchos a Mallorca con los mayores Rabinos? y cómo puede creerse, que siendo los más obstinados, los Rabinos, habían de ser los primeros que huyeran?
Estaba llena de olio soto, cubierta y embarazada con lana y mercancías. Desta manera iban las más de nuestras galeras, que tuvieran trabajo escapar puestas en caza, aunque las de los enemigos eran tales, que no había en todas 20 galeras ligeras para poderlas alcanzar. Las galeras que se tuvieron á la mar se escaparon.
Cuatro mil judíos rindieron las vidas á los filos de las espadas de esta bárbara gente, indigna de llevar el nombre de cristiana. Los que escaparon con pequeñas heridas ó sin ninguna del insolente tumulto de aquella canalla desenfrenada, cristianáronse al punto temerosos de sus iras, i escarmentados con los dos pasados motines.
Schack y sus compañeros de viaje escaparon á duras penas con la vida; las olas se tragaron sus cofres y dinero, debiendo sólo á la circunstancia de llevar en un cinto ceñido á su cuerpo una carta de crédito, el disponer de medios suficientes para trasladarse desde Malta á la tan deseada Grecia.
Muchos que escaparon de Córdoba con vida fueron á darla por Jesucristo algunos años despues en los dominios de los reyes cristianos, á manos de los mismos muzlimes cordobeses.
Escaparon solo tres caballeros de esta lastimosa tragedia, puesto que Nicephoro dice, que escapó la mayor parte.
Palabra del Dia
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