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Actualizado: 4 de mayo de 2025
Hasta entonces el cura creía que no podía haber en el mundo nada más suntuoso que el palacio episcopal de Souvigny, que los castillos de Lavardens y Longueval... Y ahora comenzaba a comprender, según lo que oía contar de los nuevos esplendores de Longueval, que el lujo de las grandes casas de hoy, debía sobrepasar extremadamente al lujo serio y severo de las viejas casas de antes.
El Círculo republicano de Pilares estaba en la misma embocadura de la calle del Carpio, adosado al caserón de los Jilgueros, dos hermanos ricos, don Blas y don Fermín Jilguero, canónigos los dos, que habían edificado aquella fábrica, alarde y amenaza a la vez, frente por frente del mismo palacio episcopal.
Noticiosa la Córte de sus virtudes y saber, el rey D. Felipe IV, le nombró Obispo de Albarracin, cuya Iglesia gobernó desde 1632 hasta el 12 de Febrero de 1635, que fue promovido a la silla episcopal de Teruel, de la que tomó posesión en 31 de Agosto del mismo año, y la gobernó hasta el 21 de Junio de 1644, que fue nombrado Arzobispo de Zaragoza: la presencia del rey, y las públicas aclamaciones de la nobleza, el clero y el pueblo, hicieron solemnísima su entrada en aquella ciudad, acompañándole desde su convento de San Lázaro hasta la Iglesia.
En junio se celebró Sínodo y se tuvieron las sesiones en el palacio episcopal á causa de los grandes calores. Despues no han vuelto á celebrarlo los obispos sucesores, limitándose á vigilar la observancia de este, y procurando estirpar los abusos y corruptelas con sus decretos y visitas.
Nada mas de notable contiene este templo: tiene dos puertas, una que da a la plaza que lleva su nombre, y otra al Palacio Episcopal, edificio formado y estendido con otros adyacentes, y en el que nada llama la atención del artista ni del curioso, si se esceptua su patio compuesto de un intercolumnio jónico labrado con buen gusto.
Resumiré brevemente el caso traduciéndolo fielmente de la sustancia de una memoria, que dice el citado Montaner, se halló en el archivo de la Santa Sede Episcopal.
Su mujer y cuatro hijas pensaban de muy distinta manera. En vano quiso ocultarlas que el rayo amenazaba su hogar tranquilo. La casa de don Pompeyo se convirtió en un mar de lágrimas; hubo síncopes; doña Gertrudis cayó en cama. El infeliz Guimarán sintió terribles remordimientos: sintió además inesperada debilidad en las piernas y en el espíritu. «¡No que él se convirtiera! ¡eso jamás! pero ¡su Gertrudis, sus niñas!» y lloraba el desgraciado; y volviéndose del lado hacia donde caía el palacio episcopal enseñaba los puños y gritaba entre suspiros y sollozos: «¡Me tienen atado, me tienen atado esos hijos de la aberración y la ceguera! ¡desgraciado de mí! ¡pero más dignos de compasión ellos que no ven la luz del medio día, ni el sol de la Justicia». Ni aun en tan amargos instantes insultaba al obispo y demás alto clero. Tuvo que transigir; tuvo que tolerar lo que al principio le sublevaba sólo pensado, que sus hijas se moviesen, que sus amigos pusieran en juego sus relaciones para que el obispo se metiera el rayo en el bolsillo.... Se consiguió, no sin trabajo, y sin necesidad de que don Pompeyo se retractase de sus errores. Se echó tierra al ateísmo de Guimarán.
Junto al palacio episcopal, frente á una de las puertas de la catedral, hay otra perla de este mismo género arquitectónico. Es la fachada del Hospital de Niños Espósitos. No te la describo porque te la doy dibujada , y sales ganancioso.
En medio de su contrariedad, la duquesa experimentaba una sensación aplaciente y alegre. «Esta visita iba pensando al bajar las escaleras del palacio episcopal me ha servido para apreciar mejor a Facundo. Es un hombre de voluntad y obra conforme a su conciencia. Lástima que tenga tan poca sal en la mollera.
La birreta cardenalicia parecía hincharse de soberbia sobre su cabeza pequeña, blanca y sonrosada. Nunca fue llevada una corona con tanto orgullo como aquel gorro rojo. Extendió su mano enguantada de púrpura, sobre la que lucía la esmeralda episcopal, y con un gesto imperioso hizo que uno tras otro fueran besándola todos los canónigos.
Palabra del Dia
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