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Actualizado: 28 de junio de 2025


Libro es este de grandísimo interés, rico en noticias curiosas y en nuevos datos y de muy envidiable lucimiento, no ya sólo para quien empieza a escribir de historia y es muy joven, sino para el más curtido y avezado en este linaje de estudios. No tiene la falta, sino la sobra, en moda hoy; moda de la que parece imposible prescindir para componer una mera biografía.

Medítenlo, y ya conocerán que no hay mal ahora que no se derive de los pasados, como se deriva de la premisa la consecuencia; como nace el retoño de la raíz de toda planta antigua, si no se arrancó de cuajo y si no se extirpó; operación más difícil de lo que se piensa. No es esto afirmar que el estado de nuestro país sea delicioso, envidiable y floreciente. Nada menos que eso.

Dunstan, que se preocupaba siempre más de las contrariedades del momento presente que de sus consecuencias lejanas, no bien se vio de pie y reconoció que Relámpago estaba perdido, sintió cierto placer al pensar que no había sido visto en una situación que ninguna fanfarronada hubiera podido hacer envidiable.

Poe nació con el envidiable dón de la belleza corporal. De todos los retratos que he visto suyos, ninguno da idea de aquella especial hermosura que en descripciones han dejado muchas de las personas que le conocieron. No hay duda que en toda la iconografía poeana, el retrato que debe representarle mejor es el que sirvió a Mr.

El notario estaba radiante. Todos sus amigos de los días pares, todos los altos dignatarios de la francmasonería del placer, le dieron la enhorabuena por su curación milagrosa. Reinó durante todo un entreacto en aquel reino envidiable.

Conoce al dedillo todas las capitales del mundo. Ayer, porque se le olvidó la de Venezuela, lloró como una Magdalena y se tiró de los cabellos. ¿Y en Historia sagrada? Tampoco marcha mal. Tiene una memoria envidiable. Se sabe sin borrar un punto ya desde la creación hasta Abraham. Ahora se está aprendiendo desde Abraham hasta Moisés.

Y los otros, con más ó con menos discreción, todos se entregaban á una cordial y envidiable alegría. D. César quedó sorprendido. Los miró unos instantes estupefacto y al fin, dejando caer su mano que tenía levantada, sonrió con expresión humilde. Bien comprendo que mis palabras suenen mal en vuestros oídos, no avezados á escuchar los ecos de la sabia antigüedad.

No, no; escucha dijo el bufón ; es necesario que escuches: es necesario que conozcas el infierno que arde en mi alma... es necesario que lo conozcas para que comprendas que, á pesar de lo que acontece, de lo que te desespera, de lo que te hace creerte la más desventurada de las criaturas, tu infierno, comparado con el mío, es la gloria; tu amargura, comparada con la mía, es miel; tu desgracia, comparada con la mía, es una ventura envidiable.

Qué gracioso, ¿eh? decía Eneene riéndose con envidiable gana. Entró un negro y presentó dos tazas de te en una bandeja.

Cuidaba al mismo tiempo de la limpieza de la villa, de la conservación de las Casas Consistoriales y demás edificios públicos y del buen orden y abastecimiento de la carnicería y de los mercados de granos, legumbres y frutas; y era tan campechano y dicharachero, que alcanzaba envidiable favor entre los hortelanos y verduleras, quienes solían enviar a su casa, para su regalo, según la estación, ya higos almibarados, ya tiernas lechugas, ya exquisitas ciruelas claudias o ya los melones más aromáticos y dulces.

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