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Actualizado: 23 de octubre de 2025
En dos o tres funciones a que asistió, figurósele que los curas le hablaban con acento hostil, que el arcipreste le examinaba frunciendo el entrecejo, y que únicamente don Eugenio le manifestaba la acostumbrada cordialidad.
El pintor da cabo á su tarea, coge su cuadro, lo lleva al convento, se enteran los frailes, y se reune la comunidad. Murillo les presenta su pintura; los críticos se acercan, examinan, miran con más cuidado, se contemplan unos á otros frunciendo el entrecejo, y dicen al pintor: «vuestra merced perdone; no es eso lo que hemos encargado; vuestra ASUNCION no hace al convento.»
Artegui la miró, y con mudo asombro frunció el entrecejo sin replicar. ¿Y quiere usted que le diga? Pues eso, eso es lo que usted tiene, y por lo que está usted tan a mal con la suerte y consigo mismo. Si usted fuese buen cristiano podría usted estar triste, pero... de otra manera, vamos, de otra manera; con tristeza más dulce y más resignada.
Estoy contemplando á la monarquía, señor contestó Quevedo ; contemplando en vuestra majestad á la gran monarquía española en ropilla. Frunció el rey el entrecejo. ¿Y era todo eso lo que teníais que decirme con tanto empeño? Sí, señor. Pues si ya me lo habéis dicho, idos dijo un tanto contrariado el rey. Si vuestra majestad me lo permite, le diré más. Decid.
Además, él tenía amigos en la misma frontera, que les ayudarían en caso de peligro para que pudiesen llegar los dos á Barcelona, y una vez en este puerto era fácil encontrar pasaje para la América del Sur. Elena le escuchó frunciendo su entrecejo y moviendo la cabeza.
La cuadra semeja un granero después de vendida la cosecha, y su olor habitual de vejez y de encierro se levanta aún más intenso de aquella desvastación. Sin embargo, los antiguos retratos de los Aguila han sido suspendidos nuevamente de la pared. Ramiro medita. Doble surco sombrío arruga su entrecejo.
Pero la gran cabeza, aquella que tiene un mechón en la frente y el rayo en el entrecejo, lo iba a decidir bien pronto. A este punto llegaba, cuando el camino por que marchábamos torció hacia la derecha, describiendo una gran vuelta, de modo que formaba ángulo recto con su primitiva dirección.
Los naipes se cayeron de las manos de los formales jugadores; el mayor quiso imitar el ejemplo general, y se puso también a palmotear sin ton ni son. Sir John afirmó que aquello era mejor que el God save the Queen. Pero el gran triunfo de la música nacional fue que el entrecejo del general se desarrugó.
Si alguien hubiera tenido entonces fija la vista en el rostro de Félix, le hubiera visto demudarse; pero nadie notó que aquel hombre frunciera un instante el entrecejo, mordiéndose los labios, como para no decir lo que desde el fondo de la conciencia les mandaba la dignidad ultrajada.
Empezó á elevarse, sin perder su tiesura militar, con el casco en la cabeza, el entrecejo fruncido, el bigote rubio y corto, y más abajo el pecho color de mostaza, las manos enguantadas que sostenían unos gemelos y un papel. Pero aquí terminaba su individualidad.
Palabra del Dia
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