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Actualizado: 19 de mayo de 2025
Al arrojar la cerilla en el suelo, esta cayó encendida, y Fortunata la miró con vivo interés, recordando una de las supersticiones que le habían enseñado en su juventud. «Cuando la cerilla cae prendida se dijo y con la llama vuelta para una, buena suerte». Maxi entró cansado y meditabundo; pero al ver a su mujer se puso alegre. ¡Todo un día sin verla!
Esta eligió un magnífico traje de brocado, alto, cerrado como los de las damas de la corte y cubierto sobre el pecho de joyas, se llenó las manos de anillos y derramó sobre sí agua de olor. Vete, y que Pedro ponga la litera dijo cuando estuvo vestida. Casilda salió, y Dorotea entró de nuevo en la alcoba, y levantó la cortina.
Isagani, rojo de emocion, contesta con un tímido saludo; Juanito se dobla profundamente, se quita el sombrero y hace el mismo gesto que el célebre cómico y caricato Panza cuando recibe un aplauso. ¡Mecáchis! ¡qué chica! exclama uno disponiéndose á partir; decid al catedrático que estoy gravemente enfermo. Y Tadeo, que así se llamaba el enfermo, entró en la iglesia para seguir á la joven.
FERRANDO. Y se entró en mi cuarto a sorberse el aceite de mi lámpara; yo empecé a rezar un Padre nuestro en voz baja... ni por ésas; apagó la luz y me empezó a mirar con unos ojos tan relucientes; se me erizó el cabello; tenía un no sé qué de diabólico y de infernal aquel espantoso animalejo.
»Algunos días después recibimos una visita que estábamos muy lejos de esperar. Carlos iba frecuentemente a desayunarse y a pasar el día con nosotros. Un criado entró y dijo en voz baja a Carlos que monseñor el obispo de Nola deseaba verle. Carlos exclamó sorprendido: »¡El! ¡en Inglaterra!... ¿Qué le ha traído?... ¿Por qué no entra? ¿Teme volver a ver a sus amigos y encontrarse entre ellos?
Estas circunstancias le proporcionaron la satisfaccion de llegar á la Plata el dia 19 del propio mes, donde entró por medio de las aclamaciones de un numeroso pueblo, acompañado de aquel Comandante, y de toda la oficialidad de milicias y de muchas personas de la primera distincion, que habian salido á recibir aquel corto número de hombres, cubiertos de laureles, y de una gloria inmortal, que no podia borrarla el transcurso del tiempo, ni obscurecerla las negras sombras de la envidia.
La guardia entró y nos pasó lista, como siempre, antes de acostarnos; después, era la costumbre que volviese el master con algunos guardianes y mirase si todos estábamos en nuestras hamacas. Pasada la lista, nos desnudamos Allen, Ugarte y yo, e hicimos líos con la ropa y los envolvimos en la tela impermeable. Luego cogimos del colgador las ropas de otros reclusos y las metimos en nuestras hamacas.
La puerta estaba abierta y ella entró pasando por la nieve, como un petirrojo muerto de frío y de hambre. ¿No me dijisteis que la puerta estaba abierta? Sí dijo Silas con aire pensativo , sí; la puerta estaba abierta. El dinero se me fue no sé dónde, y esta niña me vino no sé cómo. Marner no le había dicho a nadie que ignoraba cómo había entrado la niña.
Fortuna tuvo D. Narciso, pues en la disputa llevaba la de perder. Obdulia poseía una imaginación vivísima, y antes de haberse dado a la mística gozaba fama de alegre y chistosa entre sus amigas. D.ª Eloisa aprovechó la oportunidad para cambiar la conversación, que se había hecho peligrosa. Detrás de Cándida entró D.ª Teodora. Venía ésta acompañada de D. Juan Casanova.
En cambio, Rosa, que poseía singular aptitud para remedar los gestos y ademanes de cuantas personas veía, una vez que entró en confianza, se puso a imitar los de Andrés con tal gracia y perfección, que pudiera competir con el mejor cómico de Madrid.
Palabra del Dia
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