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Actualizado: 10 de junio de 2025


Todos entonaban un coro de desgracias y horrores con voz lenta y quejumbrosa, como si llorasen ante un féretro: «Señor, han muerto á mi marido...» «Señor, mis hijos: me faltan dos hijos...» «Señor, se han llevado presos á todos los hombres; dicen que es para trabajar la tierra en Alemania...» «Señor, pan; mis pequeños se mueren de hambre

Sentía una temblorosa timidez siempre que el rector le invitaba á alguna de sus tertulias, donde había hombres jóvenes en edad de casamiento, ansiosos de que alguien los sacase á bailar ó que entonaban romanzas sentimentales acompañándose con el arpa. Además, en su afecto sincero por el recién llegado había algo de egoísmo.

De la capilla, que estaba en el extremo del gran edificio, llegaba el murmullo del canto que en voz baja entonaban los monjes; pero más allá reinaba el silencio de una tumba.

Los religiosos entonaban una salmodia lúgubre que daba terror. Detrás de ellos venía Bracamonte en la mula, cual si fuera el espectro del orgullo. Su lúgubre continente hacía estallar, en las puertas y ventanas, el sollozo de las mujeres, que invocaban a Santa Catalina, a los Santos Mártires y a la Santísima Virgen.

Por la ventana abierta entraba la luz tenue de una noche serena. Seguía el cañoneo, prolongándose el combate en la obscuridad. Al pie del castillo entonaban los soldados un cántico lento y melódico que parecía un salmo.

Al final del último acto, cuando la heroína acabada de expirar en la escena, y Alfredo, su padre y el doctor entonaban el último terceto, una racha de viento colado pilló descuidada a la diva y le arrancó, después de difunta, un estrepitoso estornudo.

No hay averías importantes dijo MartínAdelante! Los viajeros entonaban un coro de quejas y de lamentos. Desengancharemos y montaremos a caballo dijo Bautista. Yo no. Yo no me muevo de aquí replicó la superiora. La llegada del coche y su batacazo no habían pasado inadvertidos, porque, pocos momentos después, avanzó del lado de Viana media compañía de soldados.

Mozos pálidos y sudorosos, como si fuesen a morir, avanzaban hasta el «paso», con el sombrero perdido, el chaleco desabrochado, apoyados blandamente en los hombros de los camaradas, y entonaban una «saeta» con voz de agonizante. A la entrada de la calle, en las aceras de La Campana, quedaban tendidos de bruces varios «macarenos», como si fuesen los muertos de esta gloriosa expedición.

Al acordado son de dos órganos portátiles, entonaban himnos 27 cantores entre ellos ocho con jubones y guirnaldas en las cabezas y además seis ángeles tañendo instrumentos y cuatro profetas con sendas filactérias de oropel , siguiendo luego la «rocaque como los «pasos» de nuestras procesiones era transportada ó empujada por hombres.

En el carro alegórico se mostraba también el antiguo pendón de la hermandad de los sastres, que tenía por patrón á san Mateo, y cerraba por último toda aquella comitiva un buen número de danzantes y cantores que entonaban versos en loor del monarca, de la reina y de los príncipes.

Palabra del Dia

rigoleto

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