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Actualizado: 23 de junio de 2025
Declaro que la figura de Pepita era como el centro, o mejor dicho, como el núcleo y el foco de estas imaginaciones vagas. Su meridiana aparición, en lo más intrincado, umbrío y silencioso de la verde enramada, me trajo a la memoria todas las apariciones, buenas o malas, de seres portentosos y de condición superior a la nuestra, que había yo leído en los autores sagrados y los clásicos profanos.
Al saludo jovial de la cañada y del sipao que trina en la enramada, su romántica y triste serenata, van pasando sus linfas transparentes bajo el arco de hierro de los puentes como una eterna procesión de plata. En la aurora de mi vida, aún sin dolores aciagos, te he visto, de azul vestida, flotando en mis sueños vagos.
Pero por más que aguardaba, el otro en lo menos que pensaba era en acudir a la cita. Así pasó la noche, y al clarear el alba, convencido de que su contrario no vendría, iba a retirarse cuando oyó ruido en la enramada y mandó que saliese al frente, quienquiera que fuese. Era el soldado y obedeció. «¿Qué haces ahí?», preguntó el rey.
esperando, tal vez, que abriéndose las zarzas dejaran libre paso á la misma Galatea. Así es que al oir agitarse la enramada inmediata, no se sobrecogió lo más mínimo, en espera, como estaba, de algún prodigio.
Rasgó pues en dos la hoja del librillo de memoria en que los habia escrito, y tiró los dos pedazos á una enramada de rosales, donde fué en balde buscarlos.
Sólo la tenue luz de una lámpara velada por el vaso de alabastro en que ardía iluminó la estancia tranquila, hasta que rayó el alba y sus resplandores primeros penetraron por la ventana, entreabierta a causa del calor del estío, penetrando también fresco y manso vientecillo, impregnado de aromas de mil flores, y el gorjeo de los pájaros que cantaban en la enramada y saludaban el día naciente.
Los dueños de la casa llamada del portal de la Virgen, celebraban aquel día una simpática fiesta y ponían allí, junto al mismo taller de cucharas y molinillos que todavía existe, un altar con la cruz enramada, muchas velas y algunas figuras de nacimiento.
El caballo, conjeturé yo, tiene una cola de vara y quarta, que con sus movimientos á derecha y á izquierda ha barrido este polvo. Debaxo de los árboles que formaban una enramada de dos varas de alto, estaban recien caidas las hojas de las ramas, y conocí que las habia dexado caer el caballo, que por tanto tenia dos yaras.
Ordené que los llevasen debajo de una enramada, donde queriendo volver á poner en su lugar las entrañas á este último, fué necesario cortarle parte de ellas.
Levanté los ojos. Había enrollado alrededor de su frente un espeso follaje de robles y se hallaba parada sobre el dolmen, ligeramente apoyada sobre un haz de tiernos árboles; bajo la media luz de la enramada, su blanca vestidura tomaba el brillo del mármol, y sus pupilas chispeaban con un fuego extraño, en la sombra proyectada por el relieve de su corona. Estaba bella y creo que ella lo conocía.
Palabra del Dia
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