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Actualizado: 24 de junio de 2025
No contento con esas armas de juguete, consiguió que el capitán de un buque inglés, anclado en el puerto, le proporcionara un capacete, una espada y una armadura; se descubrió su proyecto, y corrió por la ciudad el rumor de que se habían conjurado los esclavos para rebelarse, siendo esto causa de que el populacho enfurecido asesinara á muchos cristianos.
No: así son los pueblos; así es el hombre cuando se ha perdido toda conciencia del derecho, cuando la fuerza brutal se desencadena. ¿Qué hace el niño cuando su padre, enfurecido, se venga despedazándolo a azotes? Llora y se somete, porque no hay en la tierra apoyo para su derecho.
¿Traía el sello? replicó parándose de pronto . Entonces me la han suplantado dentro de mi misma casa. ¡Sí, sí!... Aquí me la han suplantado.... No sabéis entre qué canalla estoy metido. Necesito tener cien ojos.... Y cada vez más enfurecido fué a apretar el botón del timbre. ¡Ahora verán! Arbiol dirigió una mirada a sus compañeros y alzó los hombros con desprecio.
Cuando se apellidaba general y tenía coroneles a sus órdenes, hacía dar en su casa, en San Juan, doscientos azotes a uno de ellos por haberle ganado mal, decía; a un joven doscientos azotes, por haberse permitido una chanza en momentos en que él no estaba para chanzas; a una mujer en Mendoza que le había dicho al paso, «adiós mi general», cuando él iba enfurecido porque no había conseguido intimidar a un vecino tan pacífico, tan juicioso, como era valiente y gaucho, doscientos azotes.
Tú bien sabes que en las minas se matan algunas veces los hombres... ¿no me lo negarás?... ¿Y eso qué importa? profirió Juan más enfurecido. Porque un pelafustán se muera ¿va á dejar el concejo de aprovechar la riqueza que tiene bajo tierra? ¿Pero me lo niegas? No te lo niego. Pues bien, por la muerte de un hombre se pierde una familia.
Y con rabiosa y espantable voz, arrancándose la corona con ambas manos, en las que quedaron prendidos gran número de cabellos, gritó enfurecido: ¡Oh, raza maldita! ¡Siempre serás tú la que se oponga a nuestro paso!
La yerba más fina la arranca del suelo. De la mano de un niño recoge un cacahuete. Se llena la trompa de agua, y la echa sobre la parte de su cuerpo en que siente calor. Los elefantes enseñados se quitan y se ponen la carga con la trompa. Un hilo levantan del suelo, y como un hilo levantan a un hombre. No hay más modo de acobardar a un elefante enfurecido que herirle de veras en la trompa.
La obra es curiosísima y tan llena de interés en la actualidad, que bien merece se dé noticia de ella. Voy, pues, á hacerlo, si El Liberal, hospitalaria y bondadosamente, inserta mi escrito en sus páginas de tan popular y difundida lectura. Tan enfurecido está el Sr.
El círculo terminal de la cuerda cayó sobre el joven, estrechándose hasta sujetarlo por mitad de sus brazos, y un ligero tirón le hizo vacilar en su asiento. Miró enfurecido en torno é hizo un ademán para defenderse; pero su cólera se trocó en risueña sorpresa al mismo tiempo que llegaba á sus oídos una carcajada fresca é insolente.
La malagueña llamó al duque tío lipendi, gorrino, y concluyó por arrojarle del gabinete. Pero aquél no hizo maldito el caso, antes enfurecido la faltó abiertamente al respeto, empleando en su obsequio algunos epítetos expresivos de su exclusiva invención y otros recogidos con cuidado de su larga experiencia. Por último, quiso dejar sentado de un modo incontrovertible que allí era el amo.
Palabra del Dia
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