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Actualizado: 26 de junio de 2025
La mueca que entonces hizo fue más expresiva, ejecutando visibles esfuerzos para enfadarse. ¡Vamos, D. Andrés, déjeme usted!... ¡déjeme usted! Y viendo que el joven se acercaba a cogerla: ¡Déjeme usted, caramba!... ¡Qué pesadez!... ¡No quiero bromas con usted! ¿Y por qué no quieres bromas conmigo, Rosa? repuso él, avanzando en actitud humilde. Porque no... Márchese usted. ¿Me despides? Sí.
Tampoco cabe aquí el enfadarse. Lo siento únicamente. Lo siento por ella, pues he llegado a cobrarla cariño... y lo siento aún más por ti, Gonzalo.
Me mortifican mucho calladitos allá dentro, y me alivio comunicándolos con usted... ¡y usted quiere que me calle!... Pues caridad por caridad, Leto: también yo soy hija de Dios... ¿Le parezco egoísta? ¿Le importuno? ¿Le canso? ¿Va usted a enfadarse conmigo?
Buscó un pretesto para enfadarse con los tíos, dejó de visitarles, limitándose a mirarla en paseos y teatros, y por ultimó comenzó a entenderse con ella por escrito, en cartas donde interpolaba la tristeza del alejamiento con los arranques de pasión mal contenida.
Pensaba en la caterva de pequeños encerrada en el establo, que iba á quedar privada, por su culpa, de tan generoso reparto. Al fin murmuró, aproximándose á Adán: Voy á enseñar los otros al Señor. Ya es tarde objetó el marido . Sería pedirle demasiadas cosas, y el Señor puede enfadarse.
Dios y ayuda nos costó reducirle a que siquiera nos escuchara las razones que teníamos para oponernos a su irreflexivo y peligroso empeño. Neluco, que ya se hallaba presente y bien enterado de todo lo ocurrido durante la noche, tuvo que enfadarse de veras y hasta faltarle un poquillo al respeto.
Mi marido se contentará con lo que le den respondía la nerviosa niña haciendo un gracioso mohín de desdén. ¿Y si se enfada? preguntaba en tono malicioso Emilita. Tendrá dos trabajos: uno el de enfadarse y otro el de desenfadarse. ¿Y si te anda con el bulto? ¡Se guardará muy bien! ¡Sería capaz de envenenarlo! ¡Jesús, qué horror! exclamaban riendo las tres nereidas.
Dudó ella un momento con el ceño fruncido, no sabiendo si enfadarse por estas palabras, y al fin acabó por lanzar el gorjeo de su risa. Venga usted y nos sentaremos en aquel rincón. Con usted es imposible enfadarse. ¡Qué tipo tan interesante! Vamos a burlarnos un poco de toda esta gente... Nosotros hemos visto otras cosas.
De un momento a otro iba a enfadarse, y si él se enfadaba de veras, ¡pum! de la primera patada iban la Loca y sus cachorros a estrellarse en la pared de enfrente.
Además, yo no podía recordar sus infamias... Al agarrarlas con los dedos del recuerdo, ellas se deslizaban bajo mis manos como anguilas... La misma Nanela, en vez de enfadarse, seguía riéndose, riéndose... ¡La verdad es que era chusco ver a un hombre vivo metido en su ataúd a modo de un saltaperico de elástico resorte en su cajita de madera!
Palabra del Dia
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