Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 26 de junio de 2025


¡Jesús! ¡Jesús! ¡Vaya todo por Dios! exclamó el clérigo tapándose los oídos, pero sin enfadarse. No sea usted tan malo, D. Martín. D.ª Eloisa, que bien advertía lo que estaba pasando, se levantó al fin de la silla y vino hacia ellos, preguntando con mal humor: ¿No juegan hoy al tresillo? Vamos allá, vamos allá respondió su marido, sofocando la risa que le fluía del cuerpo, como a los demás.

Voy a ordenar que se enciendan todos los fuegos, que arda el alquitrán en los barriles; vamos a esperar toda la noche al novio retrasado, sin pegar los ojos en nuestro éxtasis amoroso y nuestra sumisión canina. ELSA. Perdóname, padre. EL CONDE. , seremos dóciles como perros; de otra suerte, el emperador podrá enfadarse con nosotros.

Lo peor era que no podía enfadarse sin ponerse en ridículo. No se puede provocar a un caballero para obligarle a que nos invite. Había que tascar el freno en silencio mientras el hábil diplomático ocupaba al lado de Eva el sitio reconquistado.

Mi general continúa hincándose de rodillas , soy un pobre diablo, pulpero...; ¡qué quiere V. S.!...; se me arruina..., pero el dinero está pronto...; vamos..., ¡no hay que enfadarse! Facundo suelta la risa, lo levanta, lo tranquiliza y le entrega su contribución, tomando sólo 200 pesos prestados, que le devuelve religiosamente más tarde.

La Reina acabó por enfadarse de encontrarlos siempre a su paso cuando salía del alcázar e iba a cualquiera parte. El temor de que sobreviniese un conflicto aumentaba su enfado. La Reina volvió entonces a reprender a doña Sol y esta alegó que ya no tenía culpa.

En carnaval era el que ponía las mazas a todo el mundo, y aun las manos encima si tenían la torpeza de enfadarse; si era descubierto hacía pasar a otro por el culpable, o sufría en el último caso la pena con valor, y riéndose todavía del feliz éxito de su travesura.

Tomaba un poco de sopa, y en lo demás no hacía más que picar. D. Baldomero solía enfadarse y le decía: «Hija de mi alma, cuando quieras hacer penitencia no vengas a mi casa. Observo que no pruebas aquello que más te gusta. No me vengas a con cuentos. Yo tengo buena memoria.

Su mujer y Margalida, que no se creían unidas por el parentesco a esta familia, manteníanse aparte, como si las alejase la diferencia entre sus alegres ropas domingueras y aquel aparato de dolor. El bondadoso Pep fingía enfadarse por los extremos de desesperación, cada vez más vehementes, de los enlutados... «¡Ya había bastante!

Y daba una prueba de su ternura dejando de enfadarse al ver que su marido no quería obedecerla. Le llamaba siempre «marqués», no se sabe si por conservar para ella sola su calidad de princesa ó por creer que no debía despojarlo de un título ganado con su sangre. El marqués jamás fijó su atención en esta anomalía. ¡Eran tantas las de su mujer!

Era tan insólito que un gallego se atreviese a bravear de exagerado y embustero delante de un andaluz, que éste, herido en su amor propio y en los fueros de su país, llegaba en ocasiones a enfadarse, dudando si Saleta era un tonto o por tales tenía a los que le escuchaban.

Palabra del Dia

rigoleto

Otros Mirando