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Actualizado: 8 de julio de 2025
Tampoco estaba en Lourdes. Nunca la encontraría en esta Francia agrandada desmesuradamente por la guerra, que había convertido cada población en un hospital. Por la tarde, sus averiguaciones no obtuvieron mejor éxito. Los empleados escucharon sus preguntas con aire distraído: podía volver luego. Estaban preocupados por el anuncio de un nuevo tren sanitario.
Después, á la luz del candil, iba y venía por la barraca preparando su viaje á Valencia. La madre la seguía sin verla desde la cama, para hacerle toda clase de indicaciones. Podía llevarse las sobras de la cena; con esto y tres sardinas que encontraría en el vasar tenía bastante. Cuidado con romper la cazuela, como el otro día. ¡Ah!
Aunque turbado y tembloroso, no pude menos de echar a la ventana una mirada enternecida. Sobre su alféizar se sentaba mi saladísimo dueño todas las noches. ¿Dónde se encontraría ahora? El corazón me decía que no debía de andar muy lejos; pero, por más que miré con atención a todos lados, desde que traspuse la cancela, no había logrado ver ni el borde de su vestido.
Ella, escandalizada de tales teorías, le zurraba de firme, con aquel látigo de la moral casera, que tan bien sabía manejar... Puede ser; míster Robert la auxiliaría con algún consejo, si le encontraba en el escritorio, que no le encontraría quizá, por ser día de fiesta.
De rato en rato y a hurtadillas, yo echaba una miradita a Pablo. Miraba a Blanca con una expresión tal, que me daban ganas de estrangularla. ¡Qué aire de idiota tiene! decíame yo, mirándola así, con los ojazos fijos y casi atontados. ¡Sí!; pero si yo estuviera en el lugar de Blanca, y me contemplara del mismo modo, lo encontraría encantador y más lindo que nunca! ¡Oh, inconsecuencia humana!
Tú sabes bastante, y con un poco de trastienda y otro poco de farsa y mucho anuncio, mucho anuncio, negocio hecho. Créeme, yo te ayudaría». No crea usted, tía, yo también he pensado en eso. Ayer se me ocurría una aplicación del hierro dializado a sin fin de medicamentos... Creo que encontraría una fórmula nueva. Estas cosas, hijo, o se hacen en gordo o no se hacen.
Podía volver su padre, Basilio presentarse; ella encontraría un talego de oro en la huerta, los tulisanes le enviarían el talego, el cura, el P. Camorra que siempre la embromaba, podía venir con los tulisanes... sus ideas fueron cada vez más confusas y más desordenadas hasta que por fin rendida por la fatiga y el dolor se durmió soñando en su infancia en el fondo del bosque: ella se bañaba en el torrente en compañía de sus dos hermanos, había pececillos de todos colores que se dejaban coger como bobos y ella se impacientaba porque no encontraba gusto en coger unos pececillos tan tontos: Basilio estaba debajo del agua, pero Basilio sin saber ella el porqué, tenía la cara de su hermano Tanò.
Era un héroe, un ídolo y volvía de pronto á ser un trabajador.... Menos aún, pues no encontraría un puesto en las minas. Si volvía allá serían capaces de matarlo: le aterraban como un remordimiento las grandes cantidades que había hecho perder á los señores. Me iré gemía. ¡Cómo se burlarán ahora de mí!... Me embarcaré en el primer barco que salga para América.
Y la Dorotea salió primero del cuarto de Montiño y luego del alcázar, tomó por la calle del Arenal, y en ella fué donde encontró á Quevedo. Cuando llegó Montiño á su casa, se encontró á su mujer y su hija cantando y cosiendo. Están juntas se dijo , y esto me contraría. Montiño debía haber supuesto que las encontraría de aquel modo, porque siempre las había encontrado así.
Pero si la señora marquesa tenía algún asunto apremiante que tratar con él, allí le encontraría a su disposición, a todas las horas del día y de la noche, la persona a quien la misma señora marquesa tuviera la dignación de encomendar el encargo..., porque él se creería muy honrado y satisfecho en servir a la señora marquesa, que tan recomendada le había sido por el señor de Guzmán... Y todo esto y todo aquello y algo más, se creyó obligado don Santiago Núñez a decírselo a la señora marquesa, y se lo dijo en una carta escrita a pulso y con reglero..., porque «a todo señor, todo honor».
Palabra del Dia
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