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Actualizado: 25 de mayo de 2025
Memorias fúnebres, ceremonias lúgubres, ocasiones repetidas de lágrimas y lamentos para los amigos y deudos, de exaltacion y mayor encono para los enemigos, son casi las únicas dedicaciones que ocurren en la iglesia mayor hasta el reinado de D. Enrique el Bastardo.
Pero al cabo el encono pasa, sobre todo considerando que desde que se ha establecido allí el zapatero, a lo menos está el portal limpio. Una vez admitido, se agarra a la casa como una alga a las rocas; es tan inherente a ella como un balcón a una puerta; pero se parece a la hiedra y a la mujer; abraza para destruir. Es la víbora abrigada en el pecho: es el ratón dentro del queso.
De ello no resultaba más que alguna reyerta fragorosa en que la feroz irlandesa, chapurrando el valenciano, se despachaba a su gusto contra las comadres del barrio, y con mayor encono después contra la causante de aquel disgusto. A todas horas gritaba que iba a meterla en la Inclusa.
Cayó lluvia de sangre en nuestra tierra, flameó la sandata en el boscaje, y arrojaste a la hoguera de la guerra el inicuo pendón del coloniaje... Tú enseñaste a jurar al insurgente, las banderas del bien y del decoro, y a odiar con el encono más ardiente la cadena del siervo, aunque de oro.
Pepe, dominando cuantos resentimientos abrigaba contra su hermano y dando tregua al encono, como si aún fuera posible devolver a la casa la tranquilidad perdida, no hizo caso de aquellas palabras ásperamente pronunciadas. Óyeme, Tirso: vamos a ver si es posible que tengamos paz.
Pero no era un hombre, no, el que con más insistencia, y un cierto encono mezclado ya de amor, miraba a Sol del Valle, y con dificultad contenía el llanto que se le venía a mares a los ojos, abiertos, en los que se movían los párpados apenas. La conocía en aquel momento, y ya la amaba y la odiaba.
Sí, hay que tomar una determinación afirmó con mucho encono María de la Paz. Si no, ¿qué va á ser de la honra de nuestra casa? Hay que poner inmediatamente á la puerta de la calle á esa mozuela, sin consultar á don Elías.
A los arrebatos del encono sucedía el abatimiento del desengaño, ignorando al mismo tiempo si amaba aún á aquella infeliz ó si la despreciaba. Pasaron las horas; la noche avanzó, y él continuaba en la agitación. No pensaba acostarse, ni sentía sueño, ni necesidad de reposo; antes al contrario, los impulsos de su naturaleza eran hacia la zozobra, la inquietud, el movimiento.
Entre los empleados y agraciados suele haber también quejas y envidias. Fulanito se llevó un turrón más dulce y suculento que el mío, dice Menganito; y Perenganito exclama que el destino de Menganito es de mucho manejo y el suyo no lo es, de donde nace también no pequeño encono.
Todo despareció; tan sólo un trono, de cien edades sobre el polvo inerte resiste inmoble al infernal encono, y a los rudos embates de la suerte. Crece su gloria al par que su abandono, más es que el mundo y que sus furias fuerte, a sus pies veinte siglos han pasado, y sigue el rey, y sigue su reinado. ¿Sabéis dónde se vió por vez primera?
Palabra del Dia
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