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Actualizado: 20 de mayo de 2025


Como siguiesen en aumento sus disgustos, hijos de su afán por complacer á todos los devotos, y lo contrapuesto de las peticiones de éstos, volvió á consultar al señor Cura á ver si le daba algún consejo más práctico y accesible á su comprensión que el encerrado en el cuento de lo ocurrido en Adoracuernos, y el señor Cura le dijo: Tío Traga-santos, voy á contarle á usted otro cuento, que de seguro le saca á usted de sus apuros si sabe aprovecharle.

El capitán Maclure había penetrado por el estrecho de Behring, y encerrado en medio de los hielos, hambriento, imposibilitado de volverse atrás al cabo de dos años, aventurose á avanzar. Sólo llegó á andar cuarenta millas, mas encontró en el mar del Este algunos buques ingleses. Su atrevimiento le salvó, consumándose de esta suerte el gran descubrimiento.

En el lado opuesto a la huerta, un espacio de las mismas dimensiones, y encerrado en las tapias del convento, contenía los molinos de aceite, cuyas vigas, de cincuenta pies de largo y cuatro de ancho, eran de caoba, y además las atahonas, los hornos, las caballerizas y los establos.

A la semana siguiente, un día que Martín se ha encerrado en su despacho Gertrudis se arma de valor y dice: Mira, Juan; es una locura que estemos atormentándonos de este modo. Dejemos dormir esa tonta historia. ¡Si fuera tan fácil hacer como decir! exclama él con expresión melancólica. Ella lanza una alegre carcajada, y él ríe también. En realidad es muy fácil.

Entre la segunda y tercera litografía penden, de rojas cintas de seda, dos lucientes braserillos de cobre, en los que antaño se ponía la lumbre para encender pajuelas y cigarros. Debajo, encerrado en un patinoso marco dorado, pendiente de un viejo listón descolorido, hay un dibujo de Ramón Casas.

Y Moreno ¿qué se hizo? preguntó otro. ¿Es verdad, como se dijo hace años, que se había pegado un tiro? Sobre eso se cuentan muchas cosas; tal vez sea todo mentira. ¡Quién sabe! ¡se marchó tan lejos!... Cuando al caer la República volvió el tiempo de las personas decentes, el pobre Moreno se puso peor aún que al morir su Teresa. Vivía encerrado en su casa.

En su boca bestial se sucedían rápidamente salvajes contracciones de cólera y perrunas sonrisas. En los días de «spleen» mordía y quebraba cuanto hallase a su alcance. Muy prudentemente, Catalina lo tenía pues encerrado en una sólida jaula de hierro, al menos hasta que se mostrase más tranquilo y sociable.

Después que el enfermo hubo partido pareció que Clementina respiraba más libremente. Salió de su habitación, en la que se había encerrado, y bajó al jardín, pero permaneció turbada. Un pensamiento importuno atormentaba á su espíritu y á veces, Herminia, que no la perdía de vista, con la industriosa paciencia de las gatas y de las mujeres, la sorprendía hablando sola.

A la tarde siguiente se presentó en la casa un caballero de aspecto muy respetable, preguntando por Tirso. Leocadia le acompañó hasta el comedor y avisó a su hermano; pero éste, apenas oyó el nombre del recién llegado, se le llevó a su cuarto, permaneciendo largo rato encerrado con él. La visita fue larga, y Tirso despidió al desconocido con grandes muestras de respeto.

¡Tanto habrás sufrido! , madre mía, pero he sufrido útilmente. Encerrado en aquella tumba con la certidumbre de no salir jamás de ella, he reflexionado, he examinado mi vida pasada y la he juzgada con severidad. Así he llegado á pensar que estaba pagando, con dureza, acaso, pero muy justamente, las faltas que había cometido.

Palabra del Dia

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