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Actualizado: 20 de mayo de 2025


Quintanar le seguía muerto de sueño, encerrado en su uniforme de cazador, de que se reía no poco Frígilis, quien usaba la misma ropa en el monte y en la ciudad, y los mismos zapatos blancos de suela fuerte, claveteada.

Durante la comida, que fue tan «opípara» como se la había anunciado en hipótesis don Adrián Pérez a su hijo andando hacia Peleches los dos, tuvo Leto varias pruebas más de que el león no era tan fiero como le pintaban: hasta llegó a encontrarse muy a gusto encerrado en la jaula con él.

Me arrojé en sus brazos llorando con todas mis fuerzas, y preguntándole por qué la habían encerrado allí y por qué la trataban de aquel modo.

El pobre señor está muy triste dijo Munster . Me comunicó anoche que pasaría encerrado todo el día en su camarote. Hoy es el sexto aniversario de la muerte de su señora, y todos los años, esté donde esté, hace lo mismo. Se aísla, piensa en ella, no come; llora con toda libertad.

Su falta de carácter y de ambición rayaban en el idiotismo. Encerrado en las cuadras desde su infancia, ignorante de toda travesura, de toda contrariedad, de todo placer, de toda pena, aquel joven, que ya había nacido dispuesto a ser máquina, se convirtió poco a poco en la herramienta más grosera.

Encerrado entre montañas estupendas y abruptas, el valle ofrece los mas raros contrastes de alegría risueña y salvaje aspereza, de rústica tranquilidad y de grandiosidad en las formas y desolacion en algunos objetos.

Al acordarse de su mujer experimentó aquella ausencia de las piernas, sensación insoportable que nunca faltaba en los grandes apuros. Callaban los dos. El notario comprendió que allí había gato encerrado; «algún misterio de familia», pensaba él.

Muy extraño era, pero estas mismas palabras me las había dicho dos años antes, estando sentado delante del fuego en nuestras habitaciones de la calle Great Russell, al hacerle yo alusión a su maravillosa suerte. Estaba muerto, y una de dos, o había cumplido su amenaza de destruir toda prueba de su secreto, encerrado en la usada bolsilla de gamuza, o le había sido hábilmente robado.

Miguel Fedor vió á un señor que, efectivamente, era «la distinción personificada»; atento con todos, muy digno en sus ademanes, parco en las palabras, y que pasaba encerrado largas horas, estudiando, según decía la princesa. Le preocupaba la política de su país, y su ilusión era volver al Parlamento, de donde le había hecho salir una derrota electoral.

Si Salamanca viviese encerrado en una cueva; si tuviese por palacio un desierto; si á su sombra llevase atadas las dificultades y las amarguras del proscrito yo no tendria ningun reparo en escribir su vida, que es sin disputa la más fecunda en episodios extraordinarios que conoce nuestro país en el siglo presente; pero no quiero nada con hombres tan ricos.

Palabra del Dia

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