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Actualizado: 24 de junio de 2025
Hallábase Moreno contemplando una imagen yacente, encerrada en lujosa urna de cristal, cuando sintió a su lado este susurro: «Bonita efigie ¿verdad? Es el Cristo que sacamos en la procesión del Santo Entierro». Volviose y vio a su lado a Estupiñá, calado hasta las orejas el gorro negro de punto, señalando la imagen con gesto de cicerone.
Lo raro era que no se le hubiera ocurrido a ella antes, porque en aquella carta de Loyola, en aquella famosa carta de Pedro Fernández, que se sabía ella de memoria, estaba perfectamente encerrada en su primera parte... «Si la señora condesa de Albornoz viene a Loyola a confesar sus pecados y pedir a Dios perdón de sus extravíos, no tiene que fijar hora ni tiempo, porque todos son igualmente oportunos...»
Hay en mi alma, que no está aún sazonada para los austeros goces del sacrificio, arranques impetuosos de juventud y desesperación. Mi vida consagrada y sacrificada sin reserva á otra vida más débil y querida, no me pertenece: no tiene porvenir, está en un claustro, encerrada para siempre. Mi corazón no debe latir, mi cabeza no debe pensar sino por cuenta ajena. En fin, que Elena sea dichosa.
Sancho la consoló con las mejores razones que él supo, y le pidió que sin temor alguno les dijese lo que le había sucedido; que todos procurarían remediarlo con muchas veras y por todas las vías posibles. «Es el caso, señores -respondió ella-, que mi padre me ha tenido encerrada diez años ha, que son los mismos que a mi madre come la tierra.
Los que vieron partir al Marqués aseguraban que llevaba el rostro muy fosco, y que parecía estar de un humor de todos los diablos. Doña Luz, desde la partida del Marqués, había estado encerrada siempre. Ni para ir a misa salía a la calle. Así se pasaron, según queda dicho, cuatro largos meses. No había ya tertulia.
Las serranías que dominan la comarca, desnudas y casi totalmente estériles, la sequedad del terreno, su composicion general de aluviones diferentes en la parte llana, las multiplicadas colinas en declive, y la manera como giran los vientos sobre tan vasta fosa encerrada por todos lados entre serranías; todo eso ha determinado no solo la naturaleza de las producciones de la Mancha, sino tambien el aislamiento, la inmobilidad, las costumbres y el espíritu de las poblaciones manchegas.
Beber, para olvidar un dolor o para ser valiente ante las luchas cotidianas, me parece una pueril equivocación. Hay que tener serenidad, firmeza moral contra todas las celadas de la vida. «El alcohol, el opio, el haschid no crean nada; prestan al cerebro una energía de momento con un rédito ruinoso». La inspiración no está encerrada en una botella.
El convento... ¿Sería una casa de sanidad? ¡Horror! ¡Su hija encerrada entre criaturas dementes y condenada a encierro perpetuo! Después, Marta rechazó esta idea y pasó a suposiciones menos atroces. Las palabras de Mathys le habían hecho pensar que se dejaba llevar por suposiciones mal fundadas.
El alma, el espiritu, la chispa celeste, la luz de mi ser, tiene la misma brillantez y la misma penetracion que las vuestras, y no cedera jamas aunque se halle encerrada en una prision de barro. Respondedme, o sino sabreis quien soy. Nosotros repetiremos las mismas palabras; lo que acabas de decir puede ser tambien nuestra respuesta. Esplicaos.
Después de muerto le cortaron la cabeza y descuartizaron el tronco, conservándose la calavera en la iglesia de Barquisimeto, encerrada en una jaula de hierro.» Esto es lo que cuenta Cincunegui en sus Recuerdos históricos de Lúzaro, y, poco más o menos, es lo que decía el libro de casa de mi abuela, aunque con muchos más detalles y comentarios.
Palabra del Dia
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