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Actualizado: 20 de junio de 2025


Ese redondel de metal se llama espejo. En la ciudad cada persona tiene uno, por más que nosotros, aquí en el campo, no los hayamos visto hasta hoy. Encantada la mujer con el presente, pasó algunos días mirándose a cada momento, porque, como ya dije, era la primera vez que había visto un espejo, y por consiguiente, la imagen de su linda cara.

-Calla, Sancho -respondió don Quijote con voz no muy desmayada-; calla, digo, y no digas blasfemias contra aquella encantada señora, que de su desgracia y desventura yo solo tengo la culpa: de la invidia que me tienen los malos ha nacido su mala andanza. -Así lo digo yo -respondió Sancho-: quien la vido y la vee ahora, ¿cuál es el corazón que no llora?

Ahí, en ese teatro, en ese harem de Europa, se revuelven trescientas ó cuatrocientas bailarinas, redoma donde queda encantada una gran parte de la aristocracia de Paris. ¿Comprendeis de este modo que el director de ese teatro sea uno de los primeros personajes de esta ciudad casi fabulosa? No puedo decir más. Llegamos al hotel á la una, y así terminó el dia décimo cuarto. =Dia décimo quinto=.

La madre estaba encantada, escuchándome con verdadero arrobamiento. El médico del convento era un buen señor, pero no debía de saber gran cosa, porque apenas les decía nada de sus enfermedades ni se producía tan bien.

Y poniendo en este homenaje un respeto profundo que corregía su tono atrevido, la joven se inclinó delante de Liette conquistada y encantada. Puesto que está hecho el conocimiento por este lado, permítame usted que le presente a mi vez el capitán Raynal, señora baronesa dijo la empleada dirigiendo una amable sonrisa a la linda niña.

A bordo toda la tripulación estaba encantada de la bondadosa amenidad de donna Olimpia y más aún del regocijo de Teletusa, de sus danzas y cantares y hasta de sus frutas de sartén, hechas a veces con tal abundancia que había para que todos comieran.

En el último decenio ha renunciado Martínez de la Rosa, al parecer, al culto de las musas, consagrándose sólo á sus importantes atenciones políticas, habiendo sólo llegado á nuestra noticia, como último drama suyo, el que se titula El español en Venecia ó la cabeza encantada.

La señora de Laroque había seguido con un encanto manifiesto todos los detalles de aquella escena pastoril, que acariciaba deliciosamente sus quimeras; sonreía y soñaba ante aquella afortunada niña de desnudos pies, estaba encantada.

Desde este momento mi cerebro se despeja, póngome alegre y sonriente, la preocupación desaparece y me encuentro libre... ¡Dichosa sensación!... Ya no hay pretendiente, ni estudio, ni cuidado, ni veo en el señor Desmaroy más que un aficionado a antigüedades... Mi buena querida abuela está encantada viendo aquel cambio repentino y la visita se acaba con todas las apariencias de un acuerdo cordial.

Así fué que, lloviendo sobre ella apóstoles de la flamante doctrina, comenzó á reblandecerse al son de tantos himnos y jaculatorias, y acabó por quedar encantada sin saber de qué, como el hombre de las selvas al oir las melodías de una flauta.

Palabra del Dia

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