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Actualizado: 6 de mayo de 2025


¡, pero yo soy muy joven para mi edad, señorita! ¡Así se dice al menos! Y bien dicen... mientras que él, Julio, es casi un viejo para la que tiene. Eso me encanta; no podría usted hacerme mayor elogio... Yo soy de un natural tan suave, tranquilo y sensible, que un marido demasiado vivo de carácter me haría sufrir mucho.

Hay un ser en cuyo rostro Mis ojos se han detenido, Y en su mirada han bebido Felicidad y placer; Este ser, durante el dia Me encanta con su belleza, Y cuando la noche empieza Viene á encantarme tambien. Hay una voz armoniosa Cuyos mágicos acentos Despiertan los sentimientos Que guarda mi corazon; Y no quisiera escuchar De serafines un coro, Si esa voz que tanto adoro No se uniera con su voz.

Aquí hay un gabinete perfectamente confortable, donde se ponen dientes; allí se restauran las encías; allá nos ofrecen quijadas, ó narices, ó piernas, ú ojos artificiales, todo con una baratura, una comodidad y un buen gusto que encanta.

Esta soberbia decoracion, que tanto me seduce y encanta, hermosea á mis ojos las calles de Torino, cierra majestuosamente los horizontes con montañas de plata que al esplendor del sol deslumbran, nos ofrece dentro de la ciudad las espléndidas magnificencias con que Dios engalanó su perfecta obra, y embellece todo, el cuadro y los accidentes.

El capitán, por una galantería, se aparta ligeramente de la ruta y lanza el buque entre dos islas, cuyo aspecto verde, alegre, rompiendo la matadora monotonía del Océano, encanta la mirada y levanta el corazón. Ambas están cultivadas prolijamente, y el esfuerzo humano se ostenta en todas las faldas de la montaña.

Cual vorágine furiosa Todo arrastra en su carrera, Cual las pajas de la hera Que arrebata el huracan; Y del genio poseido, Rie, llora, nos encanta, Y atrevido nos levanta En sus hombros de titan. Tus cantos serán oidos En el pueblo americano, Como el nombre de Belgrano, De Bolívar, San Martin, Como se oyó en otros dias La corneta atronadora, Y la armonía sonora De Chacabuco y Junin.

La muchedumbre no hace caso de los primeros, pasando rápidamente por delante de esos primogénitos del globo, su habitación es fría, húmeda: los curiosos dirigen sus pasos hacia la luz, hacia el punto do brillan tantos objetos. Nácar, alas de mariposa, plumas de aves, esto es lo que la encanta. Yo, que me detengo más tiempo abajo, heme hallado con frecuencia solo en la pequeña y obscura galería.

Las iglesias afectan, en las frágiles escayolas que las decoran interiormente, el estilo adamado con pretensiones de elegante de la basílica de Lourdes. Hay, pues, en ellas una impresión de aseo y arreglo que encanta la vista, y una deplorable manera arquitectónica.

Ora se pone uno á reir, ó se encanta imaginando risueños pasatiempos, al ver creaciones de Velázquez, ese crítico de pincel, donde el espiritualismo burlon se revela en cada pincelada; donde cada sombra es un pensamiento, cada rasgo un epígrama y cada golpe de luz ó de colorido da la imágen de una sonrisa, de un retozo, de un chiste sarcástico.

Lo mismo que á nosotros nos encanta el relato de la vida salvaje en la selva virgen, lo mismo sentirán ellos el encanto cuando se les hable del libre arroyo, donde multitud de peces errantes remaban contra la corriente, retozones y alegres, con sus aletas y cola, ó del pez solitario que atravesaba la corriente como un rayo de luz apenas entrevisto, ó bien de las hierbas flotantes estremecidas constantemente por las ocultas multitudes que las poblaban.

Palabra del Dia

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