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Actualizado: 14 de junio de 2025
Por largo tiempo duró este combate, tanto más cruel, cuanto era más proporcionado el empuje de una y otra parte, hasta que al fin observamos síntomas de confusión en nuestras filas; vimos que se quebraban aquellas compactas líneas, que retrocedían sin orden, que chocaban unos con otros los grupos de soldados.
Pasaban de cincuenta los comensales del otro sexo, rigorosamente vestidos de sociedad, lo mismo que los criados que les servían los manjares y los vinos, y figuraban entre los primeros las tres cuartas partes de los ministros, incluso el presidente; los de ambos «cuerpos colegisladores»; varios diputados de empuje, con grupito; la flor y nata de los ancianos del senado; el Capitán general y el Gobernador civil de Madrid..., y así sucesivamente; porque una cosa es que todos estos y otros personajes estimaran al anfitrión en lo que verdaderamente valía, y otra muy diferente los rumbosos festivales que sabía disponer en su casa para prestigio de ella y regalo de sus amigos.
Las mismas luchas entre las ideas y las cosas, entre las teorías y los hechos fatales, nacidos del estado social; las mismas aspiraciones vagas del núcleo inteligente, estrellándose contra la atonía de la masa, como entre nosotros, contra el empuje semibárbaro del caudillaje.
Corrió con precipitación febricitante hacia el cuarto del intendente, se dejó caer sobre la puerta, apoyó contra ella el hombro, se arqueó sobre las piernas, contrajo los músculos para vencer el obstáculo de la cerradura. La puerta había sido sin duda mal cerrada, porque se abrió al primer empuje. Un grito ronco salió de la garganta de la viuda semienloquecida.
Debía entregarles la llave del camarote inmediato y seguir durmiendo, si tal era su gusto... Inútil resistir, pues llegaba al frente de un ejército de héroes... ¿Se hacía el sordo? ¡A la una!... ¡a las dos!... Y los héroes cayeron con todo el empuje de sus cuerpos sobre la puerta del camarote vecino, para echarla abajo y libertar a la dama. «No tema usted, princesa: no grite.
Ni más vela, ni en otra cosa pensaba, ni de otros jugos se nutría la fibra de su naturaleza. En el de Leticia existían alientos para resistir aquel empuje y mucho más. Mi fuga dijo a su amiga, hablando con ella de estas cosas sería la confirmación de los rumores.
Con suave arrullo o con feroz empuje, como la lira acaso del poeta, el mar, o canta o ruje, y en su canción o en su rugido inquieta finge la mente del absorto vate recuerdos de un ayer que va pasando, de su lira en las cuerdas evocando los "gritos del combate".
El señor no está nos dijo. Creyendo que nos engañaba, empujé puerta y portero para abrir paso, y entramos diciendo: Sí está. Me consta que está.
Los unos han viajado por Europa estudiando el derecho y el gobierno, los otros han residido en el Brasil; cuáles en Bolivia, cuáles en Chile y cuáles otros, en fin, han recorrido la mitad de la Europa y la mitad de la América, y traen un tesoro inmenso de conocimientos prácticos, de experiencia y datos preciosos que pondrán un día al servicio de la patria, que reúna en su seno esos millares de proscriptos que andan hoy diseminados por el mundo, esperando que suene la hora de la caída del Gobierno absurdo é insostenible que aún no cede al empuje de tantas fuerzas como las que han de traer necesariamente su destrucción.
El Demonio es también el forjador de estos planes, esperando que la víctima elegida por él, pero firme siempre en su propósito, sucumbirá al cabo al doble empuje de la vergüenza, por una parte, y de la vanidad, por otra. Pero justamente el momento de su esperado triunfo lo es el de su humillación y su derrota.
Palabra del Dia
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