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Actualizado: 3 de julio de 2025


¡El alma murmuró, inclinando su cabeza sobre el pecho ya ha volado! No dijo Teodoro, tocando a la Nela . Aún hay aquí algo; pero es tan poco, que parece ha desaparecido ya su alma y han quedado sus suspiros. ¡Dios mío!... exclamó la de Penáguilas, empezando una oración. ¡Oh!, ¡desgraciado espíritu! murmuró Golfín . Es evidente que estaba muy mal alojado.... Los dos la observaron muy de cerca.

De lo que pensó en aquella larga noche, que pasó tendida en un sofá, dará idea la siguiente carta, no destinada seguramente por su autora a la publicidad, ni menos al aplauso de las generaciones venideras: «Querido Padre Urtazu: Las rabietillas que usted me anunció van empezando a venir, y más pronto y más a montones de lo que yo creía.

Un poco antes de terminarse el drama hubo de ver a las de García que se levantaban, y a Baltasar que les ponía los abrigos a todas con suma deferencia, empezando por la madre; después se cerró la puerta del palco, y quedose Amparo con las pupilas fijas maquinalmente en aquel espacio vacío.

A esta afeccion del sistema nervioso se agrega una escitacion particular del sanguíneo, que se espresa por fenómenos congestivos en distintos puntos, empezando por el cerebro, que es, mas que otros órganos, el sitio de un eretismo y de una turgencia sanguínea que conduce á la astenia de los músculos de relacion y de los sentidos.

Pero si en el teatro, mal llamado libre, que trata de fundarse, la junta directiva desecha mi obra, al desecharla, aunque afirme que no es tal su intención, literariamente me condena, empezando por someterme á un tribunal literario y á preceptos y reglas en cuya virtud ese tribunal juzga y sentencia.

Entonces, empezando por largar el chaquetón y por vestirse la levita de paño fino, y por echarse el gran reló y la no pequeña cadena de oro, y hasta el odiado sombrero de copa, como hombre á quien se encomendaban intereses cuantiosos con absoluta confianza, revestíase de formalidad y desaparecía casi por completo de la escena en que le hemos estudiado.

Al ver que Pirovani se había metido en su casa, no quiso buscar mentalmente nuevas explicaciones y abrió el sobre que acababa de recibir, empezando á leer su contenido en medio de la calle. Sus ojos pasaron por varios renglones, sin comprenderlos. «Una docena de frascos de «Jardín Encantado». «Idem ídem de «Ninfas y Ondinas». «Seis docenas de cajas de jabón «Claro de Luna».

Pero el Gentleman-Montaña miró sonriendo al grueso capitán y levantó los hombros. Luego le volvió la espalda, empezando á forcejear para subir la segunda ancla. ¡Lléveme! continuó . ¿Qué voy á hacer en mi patria?... Al ver que usted quiere marcharse, todas mis creencias se han derrumbado.

Con estos sentimientos, firmemente arraigados en el fondo de mi corazón entré en el wagonlit en Calais, empezando la primera etapa de mi viaje a través de Europa desde el canal hasta el Mediterráneo.

Uno de estos tres extremos era inevitable, á no causar un escándalo espantoso ó á no realizar un difícil rescate. Doña Blanca tenía razón, salvo que para tenerla no era menester mostrarse tan hosca y tan poco amena con todo el género humano, empezando por su infeliz marido. Para D. Fadrique había un ideal económico más fundamental que el político.

Palabra del Dia

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