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Actualizado: 11 de junio de 2025


¡ también, Rafael! dijo el general ; yo te creía más sensato bajo esas apariencias de tarambana. Si no hubiera ido adonde iban los otros, no tendría ahora la satisfacción de referiros el modo con que nos recibió esta reina de las Molucas, emperatriz del Bemol.

Iba el buen señor destinado a representarnos en una corte, y antes del año ya estaba la reina o la emperatriz de aquella tierra escribiendo a España para que relevasen al embajador con su temible cónyuge, a la cual llamaban los periódicos «la irresistible española». ¡Las testas coronadas que ha trastornado esa gachí!... Las reinas temblaban al verla llegar, como si fuese el cólera morbo.

En lo único que no soy eco y en lo único que resulta la disonancia es en lo que me parece afectada ponderación; algo que veo en mi espíritu como trasladado a la vida real desde lo sofístico y aparente del teatro. ¿Cómo he de creer yo con formalidad y sin risa que para representar bien a la emperatriz Teodora, mujer de Justiniano, necesita Sarah Bernard leer a Procopio en griego, atracarse de Pandectas hasta el extremo de desencuadernar el volumen que las contiene y hacer otros mil estudios profundos y enrevesados para enterarse de cosas que probablemente la misma emperatriz jamás supo?

Desde la casa de D. Juan Mendoza, en donde posaba la emperatriz, hasta el altar mayor de la iglesia de San Pablo, se hizo un pasadizo muy enramado y con muchas flores y rosas, limones y naranjas y otras frutas. Había arcos triunfales, y en cada uno de ellos muchos retablos. En el primero hicieron un auto; en el segundo, tercero y cuarto otro auto.

Cuando al día siguiente volvió á encontrar á Freya, se sintió atraído por una nueva fuerza, el interés redoblado que inspiran las personas vistas en sueños. Fuese realmente la emperatriz resucitada bajo una nueva forma, como en los libros de caballerías, ó fuese simplemente la viuda errante de un sabio, para el marino era lo mismo.

La pobre emperatriz griega llegaba á tiempo para recibir la noticia de la muerte de su hermano en una batalla y seguir la fuga de su cuñada y sus sobrinos. Todos se refugiaban en Lucera dei Pagani, castillo defendido por los sarracenos al servicio de Federico, únicos fieles á su memoria.

Una vez aprobado que la comedia precisamente había de tener una reina cristiana, una emperatriz mora y tres princesas neutras, se recorrió todo el personal de dalagas del pueblo, conviniéndose por último en que la cristiana había de ser Pupen, guapa y robusta mocetona de 17 abriles, muy á propósito para representar toda la altivez de una princesa cristiana.

Lo primero que buscaban sus ojos en la capilla de Santa Bárbara era una arca clavada en la pared á gran altura, un sepulcro de madera pintada, sin otro adorno que esta inscripción: Aquí yace doña Constanza Augusta, Emperatriz de Grecia. El nombre de Grecia tenía el poder de excitar la fantasía del pequeño.

Para son idénticas... La una como la otra, esta como aquella. ¿Pero quién es? La Emperatriz Eugenia... ¿Pero no la ven? No lo había más que en casa de Laurent, y no lo daban por menos de una peseta... Forzoso adquirirlo, demostrar a Obdulia la similitud... D. Frasquito, por la Virgen, mire que vamos a creer que está ido... ¡Gastar la peseta en un retrato!...».

Ella y yo llamamos la atención en La Línea primero, después en Ronda, donde la vendí, para comprarme un caballo jerezano, que después fue adquirido... pásmese usted... por la Duquesa de Alba, hermana de la Emperatriz, mujer elegantísima también... y que también se le parece a usted, sin que las dos hermanas se parezcan.

Palabra del Dia

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