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Actualizado: 26 de mayo de 2025


Oye , fenómeno, no levantes tanto polvo. A caballo parece algo; y es un perro sentado. ¡Si parece un duque! No, mujer, vizcon...de! Con Pablito no se metían. El bizarro joven ejercía el mismo dominio sobre las artesanas que sobre las damiselas de la villa. No sólo las fascinaba por su delicada figura, por su gallardía, por su riqueza, sino también, y acaso principalmente, por sus conquistas.

Después de los magistrados venía el joven y eminente eclesiástico cuyos labios habían de pronunciar el discurso religioso en celebración del acto solemne. En la época de que hablamos, la profesión que él ejercía se prestaba mucho más que la política al despliegue de las facultades intelectuales. Los que veían ahora al Sr.

Subió Lázaro desesperado, pero al ver á su tío medio dormido en un sillón, no pudo resistir á la influencia letal que en todos sus habitantes ejercía aquella región del fastidio; preparóse también á dormir, y se tendió en su cama.

El piloto se llevaba una parte del prestigio que Ferragut ejercía sobre los tripulantes. ¿Cómo explicar su desaparición en vísperas de un viaje ilegal que exigía gran reserva? ¿Cómo asegurarse del silencio de todos?... Quedó pensativo largo rato, y de pronto abandonó su sillón, saliendo á la cubierta.

Los mestizos se las repartían á su gusto, para trabajarlas ó para dejarlas más incultas que antes. ¿Contra quién podía reclamar, si estas tierras estaban en provincias que cambiaban á cada momento de dueño y el gobierno de Méjico no ejercía sobre ellas ninguna autoridad?... Las minas de plata, base de la enorme fortuna de tres generaciones de Barrios, aún estaban en peor situación.

Don José no se quejaba; mas, para el cariño de su hijo, era imposible la ocultación de su pena: en cambio no acertaba a explicarse el fundamento del imperio que en ellas ejercía Tirso, y los medios de que se valió para conquistarlo, pareciéndole absurdo que sólo la devoción fuese la causante de tantas desventuras.

Y era bien seguro que el drama se ponía en escena. El veterano de los bastidores ejercía mucho ascendiente con ribetes de miedo sobre empresas y cómicos: cuando se incomodaba ¡tenía una lengua! Si el drama era silbado, protestaba lleno de ira contra el juicio del público y seguía protegiendo con más fuerza al autor.

Esta escena horrible duraba ya dos horas mortales; la postura violenta del gaucho y la fascinación aterrante que ejercía sobre él la mirada sanguinaria, inmóvil, del tigre, del que por una fuerza invencible de atracción no podía apartar los ojos, habían empezado a debilitar sus fuerzas, y ya veía próximo el momento en que su cuerpo extenuado iba a caer en su ancha boca, cuando el rumor lejano de galope de caballos le dió esperanza de salvación.

Así, el gitano ejercía sobre Blasillo aquella inevitable y potente influencia que un hombre tan extraordinario debía imponer a todo carácter exaltado; en una palabra, Blasillo experimentaba por él aquel sentimiento que comienza en la admiración y acaba en la abnegación heroica.

Este adjetivo ejercía sobre su organismo un efecto extraordinario, mágico, una sensación de deleite inefable que se le advertía en el brillo inusitado de los ojos y en el movimiento de trepidación del bigote. Así que sin darse cuenta de ello, el ingenioso Sánchez declaraba morbosas casi todas las cosas de este mundo.

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