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Actualizado: 20 de mayo de 2025


Su madre, alarmada por su estado de exaltación, se levantó y trató de llevarla a su dormitorio. Ven a tu cuarto, hija mía decíale , vamos a rezar. ¿Rezar? ¡madre mía! le dijo Juana con dureza . ¿Y por quién quiere que rece? ¿Por mi marido o por el otro?... ¿Quiere que sea hipócrita o sacrílega?

Ningún signo de hostilidad se veía en su cara ni en su ademán. Miraba a su mujer con seriedad, pero sin dureza, y cuando dio los primeros pasos para acercarse a la cama, su expresión era casi indulgente.

Me ha representado una comedia. La voz de Clementina sonó con tal dureza, que Herminia se estremeció, miró á su tía con inquietud y preguntó: Pero usted no le quiere mal, tía mía, ¿no es verdad? ¿Yo? ¡El pobre muchacho! ¿No está todo arreglado á pedir de boca, gracias á su pequeña añagaza? Entonces, él veía á su tutor.... Casi todos los días....

Odiado por sus enemigos, lo era también por los mismos á quienes gobernaba y defendía, pues aparte de su dureza y despotismo no le perdonaban los azotes y las torturas con que les había obligado á pagar su propio rescate, las dos veces que los ingleses lo habían hecho prisionero. Su residencia era una sombría fortaleza de sólidas murallas y con alta torre almenada en su centro.

A las dos semanas chapurreaba el valenciano de un modo que hacía reír a las labradoras parroquianas de la casa, y sin que la dureza del trabajo disminuyera para él, todos le querían y no sabía a quién atender, pues Melchor por aquí, Melchorico por allí, nunca le dejaban un instante quieto.

Trabajillo cuesta el desprenderse de esta sarna moral, heredada, con la cual nace uno y con la cual vive hasta que llega la hora de la liberación». «¿Qué trae usted ahí entre ceja y ceja? ¿Saco la vara? le dijo Ballester con aquella dureza que era, según él, el más eficaz tratamiento . Porque hoy me parece que venimos muy evangelísticos. Cuidadito. Ya sabe usted cómo las gasto». Pégueme usted.

Por desgracia no estoy arrepentida; mi corazón se ha endurecido en la maldad, y no he tenido valor ni me he hallado dispuesta para hablar con el confesor, sino con el amigo. ¿Qué dices de pecados, ni de dureza de corazón? ¿Estás loca? ¿Qué pecados han de ser los tuyos, si eres tan buena? No, padre, yo soy mala. He estado engañando a Vd., engañándome a misma, queriendo engañar a Dios.

Sin embargo, había una dureza y severidad en él que no había tenido jamás el de su madre; pero cuando sonreía, al desaparecer esta dureza, la semejanza era realmente maravillosa. No se le ocultó a nuestro mancebo el enojo que la dama recibía de su tenaz persecución. Y no podía menos de reirse interiormente de aquel extraño error.

Quejábase de su quietismo, de aquella pierna sometida a la inmovilidad, con un peso abrumador, como si fuese de plomo. Parecía acobardado por las terribles operaciones sufridas en pleno conocimiento. Su antigua dureza para el dolor había desaparecido, y gemía a la más leve molestia.

Paco había ido aproximando una rodilla a la falda de la joven; al fin sintió una dureza suave y ya iba a retroceder, pero la niña permaneció tan tranquila, que el primo se dejó aquella pierna arrimada allí como si la hubiese olvidado.

Palabra del Dia

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