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Y de ese lo oigo no se le podrá sacar, y no lograréis que vacile, ni que para deshacerse de las importunidades apele á ningun acto reflejo: «yo la oigo; ¿no la oye Vd.?» para él no hay mas razon, y toda vuestra filosofía no valdría tanto como la irresistible fuerza de la sensacion que le asegura de que hay música, y que quien lo dude, ó se chancea ó está sordo.

Si hay quien lo dude, contemple la suerte de Roma, profanada por los soldados de un general de Carlos V, casi en la misma época en que sus demas caudillos anegaban en sangre á regiones enteras del Nuevo Mundo.

serías el primero en negar la verosimilitud de esta última transformación del abacero de marras; y yo quiero que no se dude de la realidad de mis personajes, sobre todo cuando escribo historia pura. Conque ármate de paciencia, y escucha, que yo procuraré ser breve y hasta entretenido.

Sorprenderá, deslumbrará el artículo, como la dije a usted antes; pero la luz se habrá visto, y las gentes vendrán a ella, como pájaros bobos... No lo dude usted. Más valdrá así dijo el tabernero bajando la mano y apoyando el codo sobre la cómoda . ¿Y qué más, hijo?

No lo dude usted: hay algo de inhumano en eso de amarrar a un mozo que comienza a vivir al macizo carro del matrimonio, y decirle: «tira, y anda por ese camino áspero y obscuro que tienes delante, y por donde jamás has andado», porque se cree que el amor lo suple todo, y esto es una lamentable equivocación.

Si yo tuviese algún secreto lo compartiría contigo. Dudé un momento si le diría o no la verdad.

Entonces, permítame usted que lo dude, porque hasta las dos estoy siempre en la cama. ¡Oh, hasta las dos! exclamaron varios. Eso ya es una exageración, Fuentes dijo la marquesa de Alcudia. Pero es una exageración aristocrática, marquesa. ¿Quién se levanta primero en Madrid? Los barrenderos, los mozos de cuerda, los pinches de cocina.

Lo que le ruego es que me crea un hombre leal y franco, y no dude de mi buena voluntad y mejores propósitos. Quiero y puedo hacer mucho en favor de usted. En cambio, aspiro á que oiga V. mis consejos y á que los siga. Don Carlos oyó al Comendador atentamente y con muestras de respeto y deferencia. Luego le contestó: Sr.

Pero a veces brillaba en su mirada una viva esperanza que Gómez de Aguilar interpretaba en estas palabras: Pero es muy probable que nos encuentren sin llamarlos y sin moverme. Al fin estaban dos de los moros a cuatro pasos del escondite. 65 Otra vez empuñó D. Pedro su puñal y miró a Aliatar. El caudillo seguía inmóvil y sus ojos le dijeron: No dude Vd. de ; no me moveré; no los llamaré.

Se explicaba, en efecto, de este modo y muy sencillamente, el tuteo y la familiaridad entre el médico y la nieta del Marmitón; pero lejos de oponerse, ¿no ayudaba esto a lo otro que yo sospechaba? Apunté, como en chanza, unas indagaciones en este sentido. Igual que si hubiera dado con los nudillos en una peña del monte. Hasta dudé si Neluco se había enterado de ellas.