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Actualizado: 14 de junio de 2025
Al dia siguiente, sentada la reyna baxo un dosel guarnecido de piedras preciosas, y llenos los anfiteatros de todas las damas y de gente de todos estados de Babilonia, se dexáron ver en el circo los mantenedores. Puso cada uno su mote á los piés del sumo mago: sorteáronse, y el de Zadig fué el postrero.
Pues ¡por el agua de Dios, Aunque poca me ha cabido, 2440 Que soy yo tan bien nacido!... ¿Quién pudiera como vos Honrarme con Isabel? ¿Hay hidalgo en Mondoñedo Que pueda, como yo puedo, 2445 Volver la silla á el dosel? Dejad el enojo ya; Y pues que sois entendido, Decidme si acierto ha sido Casarme.
¿Pero los cuatro jinetes? preguntó Desnoyers. Los cuatro jinetes precedían la aparición del monstruo en el ensueño de Juan. Los siete sellos del libro del misterio eran rotos por el cordero en presencia del gran trono donde estaba sentado alguien que parecía de jaspe. El arco iris formaba en torno de su cabeza un dosel de esmeralda.
Y flotando por encima del bosque de chimeneas de ladrillo y de hierro, el eterno dosel de la moderna Bilbao, los velos en que se envuelve como si quisiera ocultar púdicamente su grandeza, los humos multicolores de sus fábricas, negros, de espesos vellones, como rebaños de la noche; blancos, ligeramente dorados por la luz del sol; azules y tenues como la respiración de un hogar campesino; amarillos rabiosos con un chisporroteo de escorias minerales.
Aunque no de grandes dimensiones, la cámara del príncipe estaba amueblada y decorada con tanto gusto como riqueza. En el testero, sobre un estrado, dos regios sillones con dosel de terciopelo carmesí esmaltado de flores de lis de plata. Sitiales tallados recubiertos de damasco, tapices, alfombras y almohadones ricamente guarnecidos completaban el mueblaje.
Domingo: uno a la parte de la Epístola en igual plano de la peaña del Altar, que se había revelado sobre el pavimento de la Iglesia nueve gradas, y en este tablado adornado ostentosamente estuvieron bajo dosel carmesí con magestad de Tribunal, los Señores Inquisidores comenzando por la parte de arriba el más antiguo.
Blumentritt, en sus fúlgidos salones De filipino ambiente, Do laten filipinos corazones, Sincero y elocuente En aquel sitio mismo ¡Qué parece el dosel del patriotismo!
Parecíale que aquella habitación donde reinaba tan imponente silencio, donde ardían tan altas y graves las luces, era el mismo templo en que no hacía dos horas aún se había puesto de hinojos.... Volvió a arrodillarse, divisando allá en la sombra de la cabecera del lecho el antiguo Cristo de ébano y marfil, a quien el cortinaje formaba severo dosel.
Palabra del Dia
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