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Actualizado: 15 de junio de 2025


Empezaba á olvidarse, abismado en estos cálculos, de la difunta y de todo lo que le rodeaba, cuando un personaje inesperado le hizo volver á la realidad con su inquietante aparición. No estaba solo en el desierto. Vió al otro lado de la fila de piedras en forma de muro un perro enorme que gruñía, con la piel dorada cubierta de manchas de rojo obscuro.

Este noble continente era realzado por una urbanidad en los modales, por una grave cortesanía de que ustedes no pueden formar idea por la estirada fatuidad de los señores del día, ni por la movible elegancia de nuestra dorada juventud. Tenía el cuerpo pequeño, delgado y como enfermizo.

¿Podía haber píldora mejor dorada? No, no; Ricardo no tenía derecho a quejarse.

Fernando no tuvo tiempo para reflexionar sobre aquel extraño acontecimiento, porque, en aquel instante, abriose una puerta dorada, y la camarera mayor de la Reina anuncio a Su Majestad María Teresa, que apareció apoyándose en el brazo del cardenal Bibbiena, confesor del Rey.

Un gran cuadro de talla dorada, adornado con la cabeza de San Pedro, y los escudos pontificales, contenía el diploma más glorioso de la casa, el Breve concediendo la bendición papal en la hora de la muerte a todos los Dupont, hasta la cuarta generación.

Las reglas del Instituto dejaban amplio desarrollo a la naturaleza física y moral de sus alumnas; en público se conformaban con sus excelentes reglas de dieta, pero privadamente se permitían extrarreglamentarios festines con las golosinas de su abastecedor particular del pueblo; asistían a la iglesia con formalidad ejemplar, pero coqueteaban durante el oficio divino con la dorada juventud del pueblo; en las clases recibían severa y moral instrucción y durante el asueto devoraban las novelas más edificantes.

El rebaño de la pobreza no podía gozar de este placer de los ricos; pero lo envidiaba, soñando con la embriaguez como la mayor de las felicidades. En sus momentos de cólera, de protesta, bastaba poner el vino al alcance de sus manos para que todos sonriesen viendo dorada y luminosa su miseria al través del vaso lleno de oro líquido. ¡El vino! exclamaba Salvatierra.

Y también me calzaré las manos con eso que llaman guantes, que no pienso quitarme nunca como no sea sino para tomar el pulso.... Tendré un bastón con una porra dorada y me vestiré... eso , en mis carnes no se pone sino paño fino... ¡Córcholis! Te vas a reír cuando me veas.

El quinto estaba á la puerta que está dentro del patio de la iglesia: éste era más alto que alguno de los otros; había en él un altar, á manera de un aparador de muchas gradas. En éstas estaban ricas imágenes de bulto de plata dorada y algunas de oro, con otras piezas de gran valor. Estaban puestos en dos candeleros dos cuernos grandes de unicornio: éstos y todo lo que había era del emperador.

Fue la emoción visible en el rostro del viejo; y aun no había desaparecido del zaguán, de brazo del de la buena barba, cuando Lucía, demudado el rostro y temblándole en las pestañas las lágrimas, estaba en pie, erguida con singular firmeza, junto a la verja dorada, y decía, clavando en Juan sus dos ojos imperiosos y negros: Juan, ¿por qué no habías venido?

Palabra del Dia

rigoleto

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